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El nuevo pabellón del patrimonio industrial de la Orconera, ubicado en el barrio baracaldés de Lutxana, ha abierto sus puertas para acoger su primera exposición, ... Ardatza neuturz', que podrá ser visitada desde este viernes hasta el próximo 29 de junio. Se trata de una muestra promovida por el departamento de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco, cuyo objetivo es recordar que el cuerpo humano es la primera medida de la industria, para así cuestionar las narrativas recogidas hasta la actualidad, recuperando voces que han quedado relegadas, y reivindicando el papel de la mujer en todo esa época en la que Euskadi se convirtió en un gran motor económico.
Este nuevo espacio, que complementa a los dos pabellones de la antigua Orconera Iron Ore Company LTD, empresa dedicada a las labores de mantenimiento ferroviario, y que recoge una colección con más de 1.800 objetos y maquinaria que muestran la evolución de la industria en el País Vasco, ofrece un lugar para la reflexión. «Cuando conocí todo lo que aquí se guarda me di cuenta que había mucho registro tecnológico pero escaso o nulo de las personas que pasaron. Cuando ves las máquinas te das cuenta de que tienen el botón de 'on-off', que alguna persona debía de activarlo. La narrativa ha estado centrada en la fuerza industrial y tecnológica, que fue mucha, pero descompensado porque fue gracias a obreros y obreras, y no estaríamos hablando de toda esa trayectoria de no ser por ellos, y por todo el movimiento migratorio que vino a las fábricas», destaca Tamara García, la cineasta y comisaria de la exposición.
Esta muestra invita a una lectura crítica de los relatos que han dado forma a la identidad vasca, arrancando con varias fotografías de Pascual Marín, en las que las máquinas ocupan el primer plano, tratando de borrar a los obreros que ayudan a que esa maquinaria luzca mejor delante de la cámara. Una exposición que recoge los trabajos de doce artistas (Estibaliz Sádaba, Leire Muñiz, Matilde Veigas, Mafalda Salgueiro, Eva G. Herrero, Nuria Cubas, Ainara Elgoibar, Susana Blasco, Sandra Cuesta, Ainhoa Resano, Isabel Fernández Reviriego y Bego Antón), que con distintas propuestas reflejan la tensión entre la visibilidad y la omisión, entre la representación del poder y la ausencia de quienes lo hicieron posible.
Entre ellas destaca una pieza con sonidos de maquinaria industrial; una obra audiovisual en la que una máquina (un brazo rotor) graba a otra máquina, una motocicleta Lube, fabricada precisamente en este barrio de Lutxana el siglo pasado; una animación que se ve puede ver a través de unos pequeño agujeros, con unas manos de mujer amasando, como reflejo del trabajo invisible dando de comer a los obreros y a toda la familia. También llama la atención las fotografías de una trabajadora de Telefónica, Purficación Bengoechea, y cómo se refleja el paso del tiempo, de su trayectoria en la compañía. Todo ello en una vitrina en la que se puede comprobar si uno pasaría la prueba que hacían a quienes querían un puesto como telefonista: tener una envergadura de 1,55 metros y poder llegar a tocar con los brazos en cruz en dos puntos a la vez. «El cuerpo adaptándose a la máquina», señala Tamara García.
Una muestra en la que llaman la atención varias fotografías de gran formato, de espaldas de mujeres, con tatuajes de estructuras, como una analogía de soportar el trabajo invisible y doméstico. Junto a ellas, en un proyector, aparece un estracto de una entrevista a la activista feminista Silvia Federici, y otras imágenes con pinturas en las espaldas de las mujeres ya emborronadas. «Aquí en Orconera trabajaron hombres, pero también obreras, algunas embarazadas. Ellas fueron las que soportaron con su trabajo que un hombre pudiera ir a trabajar de lunes a sábado, sin preocuparse de nada más».
La apertura de esta exposición contó este jueves con la presencia del viceconsejero de Cultura, Andoni Iturbe, quien afirmó que «el patrimonio cultural nos obliga a fijar la mirada en el pasado y en el futuro», porque es «todo aquello que un pueblo quiere conservar de su pasado y transmitir a las generaciones venideras». En ese sentido, Iturbe cree que 'Ardatza neurtuz' es «el punto de partida para concienciar a las siguientes generaciones sobre sus orígenes». «Queremos que esta exposición nos ayude a mirar nuestro pasado con una nueva perspectiva, y a construir, entre todos, una memoria más inclusiva, fiel a la realidad de quienes la vivieron».
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