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Si no fuera por ellas, comeríamos mal. Una feria femenina en Arcentales ha reivindicado este sábado el Día de la Mujer Rural. Organizada por la Mancomunidad de Las Encartaciones, que agrupa a los once municipios, quiere poner en valor el papel de las mujeres en ... esta comarca que siempre se ha entregado en el sector primario y en el mundo rural en general. Las baserritarras son las que atienden las ferias y dan la cara ante el público, pero su papel siempre fue mucho más allá. «Además de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos, la mujer era la que se ocupaba de quitar la hierba, labrar la tierra y la que se quedaba trabajando en el caserío si el marido salía fuera. Era la que cuidaba a los animales y sacaba a todos adelante», explica Paloma Sánchez, vecina de Arcentales y que ha acudido a disfrutar del certamen.
Cerca de diez puestos exhiben productos elaborados por mujeres artesanas y baserritarras. Entre ellas, está Soiartze Isusi, de Sodupe, que tiene 29 años y se ha convertido en una joven ganadera. Ahora trabaja en el negocio familiar Isusi Anaiak, en Güeñes. Cuida de 500 ovejas, 200 cabras y unos 30 pottokas que sirven para comerse los pastos. También cuenta con una decena de burros de Las Encartaciones. Está vendiendo deliciosos quesos de oveja y de cabra.
Estudió para poder trabajar en una residencia, pero siempre se ha pasado sus vacaciones ayudando en casa, haciendo quesos... «Desde pequeña siempre he visto de primera mano cómo era el mundo del caserío y de la ganadería». En su caso, sí que cree que las mujeres están «más invisibilizadas» en este sector, pese a que en su casa «todos trabajamos por igual». De hecho, «a las cabras las ordeñamos mi prima y yo», asegura señalando a su prima, de 11 años, que «lleva el ganado en la sangre». También «hacemos el queso, transportamos a los animales de una finca a otra... ».
Edurne Asensio vive en Güeñes y fue peluquera durante 22 años, hasta que hace cuatro decidió dedicarse a tiempo completo al negocio familiar. En verano, «me levanto a las seis de la mañana y termino las diez», pero le gusta su trabajo porque tiene «libertad». «Me gusta estar al aire libre y, además, es flexible. Puedes organizarte», relata, mientras vende alubias y otras delicias en la feria.
Este año hay menos legumbres, pues apenas ha llovido. También vende sus productos en otras ferias y en el Eroski de Güeñes. El certamen también ha dejado lugar para las más jóvenes. Arantxa Vázquez solo tiene 32 años. Es de Sopuerta, donde tiene, junto a su marido, una treintena de cerdos que viven al aire libre, entre robles. Tienen que llevarlos a matar a Villarcayo, porque en Bizkaia no hay mataderos. «Eso es un gran problema». Así que el producto final se encarece. Vende chorizo y costilla casero en las ferias pero también en su propio supermercado en Sopuerta.
Adelia Castarrón también trabaja en el restaurante Aretxaga de Zalla, un negocio familiar. Tienen una finca de frutas y comercializa deliciosas mermeladas de manzana, de higo, de frambuesa o de arándanos. También vende tomates, pimientos.... «Todo ecológico, sin químicos», relata. Pide a las propias mujeres «más empatía» porque si los consumidores siguen comprando en el supermercado, asegura, la agricultura tradicional desaparecerá y las mujeres dejarán de poder vivir del baserri. Y apuesta por recuperar el concepto de feria como «un lugar en el que hacer compras de calidad».
«Se trata de dar visibilidad a la mujer en el sector primario. Desde el principio, de los tiempos siempre han estado al frente del caserío y de las labores. Siempre han sido las que han tirado del carro. Ellos podían tener otros trabajos pero ellas eran las que se quedaban», explica la alcaldesa de Galdames, Raquel Larruskain, que se ha acercado a la cita. Ahora, dice, las baserritarras se enfrentan a unas dificultades añadidas. La carestía de la energía, del gasóleo y de los piensos ha hecho que los costes se disparen y a menudo no los pueden repercutir. Salen perdiendo«, relata. »Les cuesta más trabajar y tienen que vender los productos por el mismo precio, así que pretendemos trasladarlas un mensaje de apoyo, un reconocimiento. Los productos que elaboran son de kilómetro cero, son sanos. Ellas ponen salud y calidad en la mesa«, comenta Martín Pérez Garmendia, presidente de la Mancomunidad de Las Encartaciones.
A la feria se han acercado mujeres de todos los municipios en autobuses. El público también ha podido disfrutar de exhibiciones de deporte rural por parte de mujeres jóvenes. Al mediodía, unas 200 mujeres participan en una comida popular en el frontón. El plato fuerte se servirá a partir de las cuatro y media de la tarde, cuando se ha preparado el homenaje a once baserritarras, una de cada pueblo, por su aportación al sector primario y a la visibilidad de la mujer en cada localidad. Por ejemplo, homenajearán a Antonia Villanueva Ramila, de 91 años y de Gordexola, que se quedó viuda de joven y sacó a sus seis hijos adelante trabajando en el caserío familiar.
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