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Los vecinos de Barakaldo siguen contando los días para que la estación de tren de Desierto, la tercera más utilizada de toda la red del núcleo de Cercanías Bilbao, logre por fin su accesibilidad total. Se trata de una reivindicación histórica ya que pese a su gran uso es un punto lleno de barreras arquitectónicas, inviable para personas con problemas de movilidad o para quienes portan carritos de bebés, especialmente si se tiene que cambiar de andén o si se quiere ir en dirección Muskiz o Santurtzi. La reforma ya está en marcha, desde mitad de noviembre de 2022, pero lo cierto es que la espera se está alargando demasiado.
De hecho, según las previsiones, acumulará un retraso total de año y medio, y no estará lista «hasta esta primavera», tal y como han confirmado fuentes de Renfe a este periódico. En un primer momento estos trabajos, que incluyen la instalación de tres ascensores y la construcción de un nuevo edificio situado en la calle Murrieta, se habían fijado en once meses, con lo que estaría todo terminado en octubre de 2023, pero una vez en marcha se detectó que era necesario incluir mejoras que no habían sido reflejadas en el proyecto. Entre otras actuaciones, se unió al plan inicial la sustitución de la cubierta del otro acceso, el que da a Urban, el único disponible desde hace unos dos años, y también la actualización de los elementos de control y seguridad, además de la rehabilitación completa del paso inferior, tras subsanar patologías estructurales que se descubrieron en el transcurso de la obra.
Para realizar todo ello el presupuesto tuvo que incrementarse en algo más de un millón de euros, hasta superar los 4,6. Esta cantidad será financiada en su totalidad por la empresa pública de transporte ferroviario de pasajeros y mercancías. Además de la inversión y las tareas a realizar, también crecieron irremediablemente los plazos, fijándose como nueva fecha finales de 2024. Pero terminado el año, ya sin la pasarela provisional que durante meses obligó a los usuarios a subir numerosos escalones, un tanto empinados, de una estructura metálica que sirvió para facilitar el cambio de andenes mientras se actuaba en el paso subterráneo, el trabajo continúa.
Según han apuntado desde Renfe, en la actualidad están centrados en la construcción del nuevo edificio que da a la calle Murrieta, y que empezaron a levantar el pasado mes de diciembre. A partir de febrero los operarios iniciarán las actuaciones en el inmueble de la otra entrada, la situada en el barrio de Urban-Galindo, construido en 1888. Esta estación, por la que discurre tanto la línea C-1 como la C-2, que terminan en Santurtzi y en Muskiz respectivamente, partiendo en ambos casos desde Bilbao, soporta a diario el paso de unos 7.250 viajeros, solo superada en toda la red de Cercanías por Abando-Indalecio Prieto y por San Mamés, ambas en la capital vizcaína.
Barakaldo cuenta con otra estación en estas dos líneas, el del barrio de Lutxana, donde acaban de iniciarse hace unos días la primera fase de otra obra, que conllevarán de igual manera una gran mejora en la accesibilidad. Allí ha arrancado ya la transformación de parte de su espacio en un reclamo turístico en el municipio, que albergará un centro de interpretación del ferrocarril. Con una inversión inicial de 550.000 euros, el objetivo de poner en valor la línea de La Robla, la que durante décadas recorrió el carbón procedente de las cuencas leonesas y palentinas para satisfacer el consumo de la industria siderúrgica en Bizkaia.
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