ENEKO PÉREZ
Miércoles, 26 de abril 2017, 00:04
La esperanza es lo último que se pierde y en esas están los vecinos de la calle portugaluja Federico Martínez, que porfían en tumbar el proyecto urbanístico que les va a «emparedar en vida», el denominado técnicamente SUNC-1. José María Castañares, de 85 años, ... vive en el número 2 desde 1966 y no puede renegar de «los sentimientos que tengo hacia este lugar. Aquí he visto nacer a mi hija, morir a su madre, a mi hermano, a mi padre». Este veterano del barrio de Repélega, un antiguo ajustador de los astilleros, se lamenta de que otra vez sean ellos los perjudicados por un plan de este tipo: «Ya tuvimos que aguantar mucho con el vertedero y las fábricas de Nervacero y Aceprosa, era horrible. Pero parece que nunca nos hacen caso».
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Irene Amigo trabaja como educadora social y tiene 28 años. Lleva apenas cinco meses viviendo en el número 7 y no tardó un mes en recibir una sorpresa muy desagradable. «Nos enviaron el expediente de expropiación de los jardines que tenemos detrás y nos convocaron a una reunión. Cuando vimos qué es lo que querían hacer, decidimos juntarnos. No podíamos quedarnos con los brazos cruzados», explica. De esta forma, se creó una página en Facebook (No más ladrillos en Portugalete) y una asamblea vecinal que representa a las 56 familias de Federico Martínez. El objetivo: tener más visibilidad. «Esta situación nos está quitando tiempo, ánimo y energía», coinciden ambos.
Amenazados por esa manzana cerrada que pretende levantar el Gobierno vasco alrededor de las dos hileras de viviendas que existen ahora al lado del conjunto monumental de Villanueva, Irene y José María ya temen encontrarse dentro de unos años «con monstruos de cemento, notablemente más altos que nuestros bloques, a un palmo de nuestras ventanas». Una de las demandas principales del colectivo del que forman parte es la que hace referencia a la «aniquilación» del entorno de sus hogares, las icónicas campas de Repélega. «De admirar el verde todos los días vamos a pasar a los escombros y a los ruidos de las excavadoras durante unos cuantos años El fin de este proyecto urbanístico es el de ocultarnos, maquillar un poco la zona para que quede más bonita», se lamenta Irene. José María está más resignado: «A mí el ruido me molesta muchísimo, la verdad. Todo el polvo, los camiones arriba, abajo, etc. Esto es un perjuicio para nosotros».
Reunión con Lakua
«Nos están quitando la vida del barrio, no hay derecho. Esta zona no necesita tantas viviendas, lo que necesita son espacios abiertos en los que los vecinos puedan juntarse y relacionarse al aire libre», argumenta Raquel Flores, portavoz de la asamblea vecinal de los residente. Hoy, tres representantes de esta agrupación se acercarán hasta Lakua para reunirse con Iñaki Arriola y Pedro Jauregui, consejero y viceconsejero de Vivienda del Gobierno vasco. «El objetivo es que nos conozcan en persona, que nos escuchen y que, por favor, reflexionen sobre la postura que tenemos nosotros acerca de este proyecto», argumenta Raquel, consciente de que tumbar totalmente el plan es una quimera. En la última reunión entre vecinos se decidió también invitar a los portavoces de los partidos políticos del pleno de Portugalete a que se acerquen a Repélega y entiendan la idiosincrasia de un barrio «cansado de aguantar muchas injusticias».
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