Las zonas afectadas por el incendio de Unbe, que arrasó entre 35 y 40 hectáreas de bosque, eran visibles desde la carretera y las pistas que bajan a Berango. pankra nieto

«Con otro viento no se habría salvado nada»

Los vecinos desalojados por el incendio de Unbe retoman sus rutinas mientras la zona vuelve a llenarse de ciclistas y curiosos

Domingo, 30 de octubre 2022, 01:25

En el alto de Unbe seguía ayer oliendo a quemado. Algunas zonas arrasadas por el fuego del viernes eran perfectamente visibles en la carretera que baja hasta Berango. Se trata de un zona bastante transitada los fines de semana. Ayer había «más gente que nunca». ... Estaban los ciclistas y los senderistas habituales, pero también muchos curiosos que se acercaron a ver el destrozo causado por las llamas.

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Algunos incluso se metieron con las bicicletas de montaña por las pistas forestales para ver más de cerca los efectos del fuego. «Suelo venir mucho a rodar por aquí, pero hoy me he acercado para ver lo que había pasado. Hace cinco años el incendio fue mucho mayor, pero aún así impresiona. Esto tardará mucho en recuperarse», comentó Jokin nada más bajar de la zona más afectada. Junto a los montañeros y los ciclistas había también varias unidades de Bomberos, que seguían por la zona atentas a cualquier posible rebrote del fuego.

Ajenos a todo este ajetreo, pero sólo a unos metros de uno de los focos del incendio, José Ignacio y José Angel, dos íntimos amigos ya jubilados, tomaban un txakoli casero y unos pedazos de queso mientras hablaban de la suerte que habían tenido. Tenían motivos para celebrar. Estaban en el txoko Basoeta, que José Ignacio construyó con sus propias manos hace más de 20 años en las laderas de la montaña. El no fue uno de los desalojados por el incendio que arrasó entre 35 y 40 hectáreas. Pero no porque no corriese peligro su vivienda y su huerta -que lo estaban-, sino porque no estaba allí cuando las llamas empezaron a extenderse por la zona sobre las siete de la mañana.

Viento sur

Ayer se produjeron otros dos pequeños incendios forestales en Galdakao y Arcentales

Cuando se enteró de lo que había pasado en la zona de Sustatxa le recorrió un escalofrío. Hace 30 años sufrió un incendio en esa misma zona que arrasó toda la ladera del monte, incluidos sus invernaderos, y que tardó semanas en sofocarse. José Ignacio trató de subir a su txoko. En su pequeña casa tiene un pozo de agua y pensó que podría ayudar. Pero la Ertzaintza ya había cortado los accesos por seguridad y no pudo subir. A sus sobrinos, que viven a apenas unos pocos metros de allí, en un viejo caserío convertido en tres viviendas, los policías les despertaron y les dijeron que tenían que marcharse cuanto antes «por precaución». Su sobrina bajó a Berango «muy nerviosa». Su casa era la más próxima a la lengua de fuego.

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Gallinas y conejos

Los inquilinos de los ocho caseríos desalojados pudieron volver a sus casas antes de las cuatro de la tarde, cuando el fuego estaba ya extinguido. José Ignacio también pudo subir y comprobó que estaba todo en orden. Sus gallinas y sus conejos estaban bien. Su huerta, intacta. «Si el viento hubiese soplado fuerte y hacia abajo no se habría salvado nada», explicó aliviado.

Los vecinos de la zona tampoco percibieron los dos pequeños reinicios del fuego que se produjeron cerca de allí durante la madrugada y que fue sofocado por los bomberos. Ocurrió lo mismo en Zalla. Los especialistas, además, estaban preocupados por el viento sur y la sequedad del terreno. Pero afortunadamente sólo se produjeron otros pequeños incendios forestales en la zona del Gorbea, en Galdakao y Arcentales, que no causaron daños en zonas habitadas, según informó el Departamento de Seguridad del Gobierno vasco.

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