«Vendemos lo que donan los vecinos»

Por cada mercadillo que realizan –llevan más de 15 años con esta iniciativa– «recaudan entre 7.000 y 8.000 euros», dinero que también destinan a «la fabricación de azadas o a iniciativas que tengan como objetivo acercar el agua potable a la ciudadanía». «Junto a la formación académica, también se les enseña cómo trabajar la tierra. De forma periódica, enviamos unas 5.000 unidades de estas herramientas, que se fabrican en una empresa vasca con el mejor acero que existe», explica Manuel Guillermo Hernández, vocal de la organización. Gracias al dinero que recogen en este tipo de eventos han podido incluso «crear un circuito de tuberías para abastecer desde una catarata agua limpia a los poblados». «Hemos contribuido a que haya menos enfermedades, ya que antes las personas usaban el agua que pasaba por los vecindarios y que estaba contaminada con las fecales», añade el coordinador.

En el rastrillo los vecinos podrán encontrar desde ropa, hasta muebles, vajillas, aparatos electrónicos, juguetes, entre otras tantas cosas. Todo a un precio simbólico, «mucho más barato que en una tienda normal». También se podrán adquirir por un euro unas postales de Navidad que dibujan niños de la región de Mufunga y que vende María Luisa Urbano de forma desinteresada. «Todo lo que consigamos lo invertiremos en su enseñanza, porque solo la educación podrá salvar África», dice.

Desde la ONG apuntan que cada día llega gente de «todo tipo» a llevarse alguna ganga. Algunos incluso repiten. «Llevamos dos días viniendo porque sabemos que se encuentran cosas interesantes a un precio reducido. El lunes, por ejemplo, me gasté unos 114 euros en artículos de plata, porcelana o cerámica que regalaré. Me gusta comprar para los demás, así que ya tengo los obsequios de Navidad, bodas y comuniones que necesitaba», comentaba entre risas José María Arenaza Urrutia.