Última ronda en el pub Skipper's

La grisura y el frío que dominaban el exterior contrastaban con la calidez del interior de este establecimiento, que tiene -o tenía, habría que decir ya- un aire a taberna de marinos con cierto tono británico: maderas nobles, adornos y acabados náuticos, motivos navales en la decoración, sus curiosas mesitas de barco... Es la clase de local acogedor que uno puede imaginar perfectamente en un puerto como Dover. Pero no, el Skipper's está en el Puerto Deportivo de Getxo desde que este nació y de hecho el bar fue convirtiéndose en algo así como la sede social oficiosa de sus amarristas, «organizando regatas y campeonatos de pesca». « Y es que una cosa que nos gustaba mucho era organizar los campeonatos de pesca de bonito. Era una cosa muy familiar, los amarristas venían con los bonitos que pescaban y montábamos una parrilla gigante», recordaba Begoña, que se presenta con un montón de fotos de momentos destacados de la historia del bar. «Esto ha sido como el club del puerto. Los amarristas venían incluso cuando hacía mal tiempo. Como hoy mismo», añadía, señalando al exterior.

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Ayer, en su último día, y a pesar del temporal, el Skipper's atendía al mediodía a una buena clientela, que se dividía entre quienes sabían lo que pasaba y los que se sorprendían con la novedad del cierre. «¿Cierra? ¿Por qué? Si esto va estupendamente», se asombraba un cliente del bar que él mismo calificaba como «típico de Getxo». La respuesta la daba la propietaria del negocio. «Está relacionado con el cambio de la concesión de la gestión del propio Puerto Deportivo», explica Begoña.

Una nueva adjudicataria se ha hecho cargo del complejo, las concesiones de los locales de hostelería se extinguen y hay que negociar su renovación con nuevas condiciones. «En su día, cuando el puerto empezó, compramos una concesión a 25 años, que termina ahora. Hemos hablado con los nuevos responsables y las condiciones han cambiado totalmente». Las nueva condiciones «resultan inasumibles». «Según nos han dicho, ahora se va a alquilar por meses. Digamos que ya no va a ser posible hacerse con una concesión a 25 años, sino que va a ser un alquiler mensual. Y el arrendatario está obligado a llevar el negocio directamente». Esto es, el negocio no se puede subarrendar.

«¿Y qué pasa? Que ya tengo 72 años», explica Fernández. «¿Cómo me meto yo otra vez a hostelera aquí, a llevarlo todo? Lo haría, pero no tengo esas fuerzas. Pero lo haría por sentimiento y por corazón, no por otra cosa», añade. El local se quedará como está. Las llaves se entregarán en enero. «Y el que venga después se va a encontrar el bar tal y como está a un coste cero. El que venga tendrá un bar maravilloso».