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ANDREA CIMADEVILLA
Lunes, 7 de noviembre 2022, 13:53
Quien diga que el surfskate es un deporte para niños o adolescentes está muy equivocado. Esta disciplina, la cual combina la técnica del clásico monopatín pero sobre una tabla que permite que el usuario pueda deslizarse por las calles como si lo hiciese sobre una ... ola, no entiende de edades. Y si no, que se lo digan a Jesús Pérez, un sopeloztarra de 47 años que no dudó ni un segundo en apuntarse a las clases que imparten los monitores de Drop Indoor, la escuela de surfskate más grande de Europa -2.000 metros cuadrados de rampas-, inaugurada en septiembre por el surfista profesional Gorka Yarritu en la calle Olabide de Sopela. Su historia en este 'mundillo' comenzó en el confinamiento, cuando solamente se podía salir a la calle a practicar deporte. Ya tenía experiencia cogiendo olas, pero nunca antes había patinado sobre asfalto. Es más, el skate tradicional le generaba cierta «inseguridad».
«Dejé el surf hace un tiempo, sobre todo por la masificación que había en las playas. Por mucho que madrugaras, el mar estaba a rebosar y decidí salir con mis hijos al 'skatepark' que tenemos en la ciudad para probar», relata. La apuesta de Yarritu por crear un espacio en el que además de encontrar las típicas pistas, hay impresionantes olas de madera, le llamó la atención. «Sobre el mar puedes estar horas y solo ejercer unos minutos y aquí, en cambio, estás en constante movimiento. Nos ayuda a mejorar la técnica, sobre todo porque tienes gente experta que te ayuda», describe. La satisfacción «de surfear por el asfalto» contrarresta todos los «achaques posteriores». «Aquí estamos hasta que el cuerpo nos diga basta, aunque es verdad que luego vienen los dolores de espalda», alude risueño.
Para Yarritu, el despegue de este novedoso proyecto ha sido todo un «éxito». Si bien esperaban atraer a unas 150 personas los primeros meses, han logrado doblar las cifras. «Mucha gente que quiere adentrarse en el mundo del surf en invierno viene para participar en las clases de iniciación. Sabemos que la mayoría prefiere hacer deporte al aire libre, pero claro, cuando el tiempo empeora, la cosa cambia», confiesa. Lo atractivo de la iniciativa, puntualiza, es que es «asequible para todos los públicos». No se necesita ser un profesional, ni mucho menos.
Así es el caso de José Luis Allende, un bilbaíno que cada viernes acude al municipio costero a acompañar a sus hijos, los cuales están inscritos en las clases particulares. Eso sí, no se queda de brazos cruzados viendo cómo se deslizan. Aprovecha para practicar por libre -bajo los consejos de los monitores- con una bonita tabla que compraron en Andorra hace cinco años. Con 43 se aventuró a subirse en ella, y 5 años después, asegura «no tenerle ningún miedo». «Esta actividad no tiene edad, conozco alguno de incluso 70 años que le ha dado por el surfskate ahora, ¡es una pasada!», comenta. Su destreza es evidente. Se mueve como si no le costase, como si lo hubiese hecho toda la vida. «Cuando ya sabes manejarlo es cuando de verdad disfrutas. Me acuerdo una vez con mi hijo que hicimos la apuesta de ver cuántas vueltas podía darle a una farola sin impulsarme y llegué a 50, ¡menudo mareo me cogí!», explica entre carcajadas.
Connor Surgenor, gerente del local, puntualiza que pese a que cada vez hay más vecinos que se animan a probar este novedoso deporte de deslizamiento, destacan los surfistas que buscan mejorar la técnica. «Tenemos personas que igual lo hacían de pequeños y que ahora han querido darle un nuevo empujón», remarca. A diferencia del surf, donde en una clase de dos horas están encima de la tabla aproximadamente dos minutos -según Yarritu-, el surfskate permite a los deportistas optimizar sus movimientos de forma constante. Iker, un sopeloztarra de 41 años, es uno de ellos. Confiesa no haber «practicado nunca en el suelo», a pesar de llevar cogiendo olas desde los 14 años. «Fueron los propios dueños quienes me animaron, y aunque creo que mi nivel es bajo, poco a poco voy cogiéndole el tranquillo», alude. Para él, lo más importante es entrenar las piernas, algo que no hace en el mar. «Trabajamos estar agachados, levantarnos, movernos de lado a lado, y esto luego lo podemos trasladar al surf», concluye.
El proyecto de Yarritu pone en valor, nuevamente, que Sopela es un referente en cuanto a los deportes de deslizamiento se refiere. Y es que cada vez hay más turistas que acuden a esta localidad de la Margen Derecha atraídas por Drop Indoor. «Vienen desde Bakio o Amorebieta, pero es que también hemos visto entrar a personas que han cogido un vuelo especialmente para experimentar la sensación desde Madrid, Barcelona o Valencia. ¡Estamos flipando!», resalta Surgenor.
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