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Andrea Cimadevilla
Jueves, 17 de marzo 2022, 07:08
«Hay que apostar por actividades en las que las personas con discapacidad se sientan parte de la sociedad». Despertar habilidades, promover la motivación o crear conciencia. La comarca se consolida como una de las comarcas punteras en derribar los muros con los que se encuentran los miles de hombres y mujeres que sufren algún tipo de diversidad funcional. Si bien el deporte es una potente herramienta de integración social, la participación activa de éstas en la ciudad también tiene un papel clave. EL CORREO habla con algunas de las asociaciones locales que aúnan esfuerzos por construir una comunidad más igualitaria.
Gaude es una entidad leiotarra con más de 40 años de experiencia, cuyo propósito es incentivar la autonomía de las más de 240 personas con diversidad que acuden a sus instalaciones. La asociación afirma que el organismo ha vivido un «auténtico cambio de perspectiva en la última época». Atrás han quedado las iniciativas conservadoras en los centros de día. «Queremos que haya una inserción real, y por ello, vinculamos a los asistentes directamente con la comunidad», puntualizan. El objetivo: pasar de ser excluidos a convertirse en agentes motor. Entre las acciones más destacadas están las salidas a los comercios locales para elaborar las compras «como cualquier otro ciudadano» o la coordinación en proyectos específicos, como el voluntariado con animales, los clubs de lectura fácil o los talleres de estimulación cognitiva.
Sin embargo, los esfuerzos también recaen en los propios ayuntamientos. De hecho, Getxo, Sopela y Plentzia, presentarán el primer Congreso de Surf Inclusivo en el salón de actos de Fadura del 23 al 25 de marzo, un evento en el que colaborarán también entidades locales de renombre. Alberto Sánchez es el presidente de 3DLAN, una compañía getxotarra sin ánimo de lucro que lucha por facilitar la vida de las personas con discapacidad a través de la creación de materiales y herramientas adaptadas.
Su labor no recae en una sola disciplina, ni mucho menos. Mediante la tecnología de la impresión 3D, Sánchez asegura haber construido todo tipo de elementos, así como piezas para mejorar la conducción de vehículos o guantes personalizados para el atletismo en silla de ruedas. Surgió en 2016 y desde entonces, ha «colaborado con múltiples organismos y particulares para satisfacer sus demandas».
Jaiki Surf Eskola es otra de las entidades que cooperarán con el acontecimiento. Con Lurta Nikolas al frente, la escuela lleva más de cuatro años liderando el surf inclusivo en la comarca. Trabajan con personas con diversidad intelectual, física o sensorial, pero nada de eso importa a la hora de subirse a una tabla. «El mar no entiende de diferencias, iguala a los individuos», asiente. El vizcaíno remarca que el surf es una disciplina cuya destreza «depende de las horas que inviertas», y de ahí que no existan distinciones entre los usuarios. «Tenemos asistentes con ciertas discapacidades que entrenan junto a los que no las tienen, pero que quizás cogiendo olas no son tan hábiles», afirma, y añade que en la mayoría de los casos, «todos los participantes utilizan los mismos materiales, aunque también los tengamos adaptados».
La regulación física o la mejora de la autoestima, en cualquier caso, son solo algunos beneficios que aporta esta actividad física. Para el gerente del club, lo más importante es «la motivación y la diversión que les aporta, teniendo en cuenta que es una actividad de riesgo».
Sumergidos también en el ámbito deportivo está Haszten, una agrupación con sede en Romo. Nacida en 2014, su vocación es impulsar el ejercicio en el colectivo de niños y niñas con diversidades. Su cofundador, Pablo Hernández, subraya que hoy en día «la sociedad debe estar preparada para atender a este tipo de ciudadanos». Bajo una metodología propia, apoyan a todos los usuarios a formar parte de las distintas ramas, como el fútbol o el baloncesto. «Determinamos el encaje que le podamos dar a las personas en función de sus capacidades», alude. Para Hernández el deporte es clave para mejorar la calidad de vida, no tanto desde un punto de vista físico, sino psicológico. «Todos tenemos algún hobbie que nos ayuda a evadirnos. Ellos también, y al final, venir aquí es una posibilidad de crear vínculos y que sientan que forman parte de un grupo», concluye.
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