25 de noviembre. 10. 40 horas de una mañana de miércoles fría y soleada. La ruta que cruza por delante de las instalaciones de Garden Center, el vivero de plantas, floristería y tienda de animales en Sopela, contempla un gran flujo de cicloturistas. También se ... observa un constante ir y venir de bicis por la cercana vía a Unbe que enlaza Erandio con Urduliz. Agentes de la Policía Municipal de Sopela instalan un control para que se cumplan las normas de movilidad en un punto estratégico: un cruce con varias vías. «Así cogemos todos los flancos», explica Joseba, uno de los cuatro policías desplegados en el operativo en el que estuvo presente EL CORREO. Durante la vigilancia, que se prolongó durante aproximadamente una hora, identificaron a 50 personas e interpusieron dos denuncias. Una de ellas, a un policía residente en una localidad no colindante.
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Los avisos a los ciclistas comenzaron antes incluso de que el operativo estuviera listo. «¡El casco, abrochado!», lanzó con energía Iratxe, miembro del cuerpo policial, mientras colocaba con sus compañeros las señales que advertían de la presencia del control. Ramón, aficionado de 60 años, se aproxima con la mascarilla en la barbilla y se la coloca bien cuando es requerido por los funcionarios policiales. «¿Dónde vive?», le cuestionan. Extrae el móvil de un bolsillo y muestra su DNI. Residente en Getxo. Puede continuar.
Esta zona de Uribe Kosta, con menos tráfico que en otras carreteras del territorio, es una de las preferidas de los cicloturistas. Sin embargo, desde que se impusieron las nuevas normas de movilidad, hace casi un mes, los amantes de este deporte solo pueden practicarlo en su municipio y los colindantes. Algunos infringen la ley «por muy poco». Es el caso de Iñaki, que vive en Erandio. El control está en Sopela y en su recorrido matinal este joven cicloturista 'toca' este municipio en un tramo de apenas 500 metros. El agente Joseba lo pasa por alto y le ofrece la explicación: «Si haces este recorrido y vas hasta Urduliz, no pasa nada, no multamos por esto».
A pesar de que la normativa actual es más laxa que la impuesta durante el primer estado de alarma, en la que no se podía salir del municipio, algunos continúan sin respetar el reglamento. Es lo que hizo un hombre con su bicicleta de montaña, pero con un agravante: era policía y circulaba por una localidad no colindante. Los agentes interpusieron la correspondiente denuncia. Aunque solo de forma verbal, ya que -según explica Joseba- «no entregamos nada en papel para evitar al máximo la posible propagación del virus». Lo mismo sucede cuando verifican los DNI o móviles. En ningún momento los manipulan.
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Los cicloturistas no solo conocen las carreteras principales, sino también los caminos menos transitados. Como el de Sustatxa, en Berango, también denominado Pozozabale, con unas rampas que llegan al 17%. Por ahí prefieren no bajar algunos ciclistas. «Este tramo sabemos que hacemos mal, pero es para evitar esa pendiente con suelo semimojado», explican dos aficionados. Algo parecido le ocurre a Javi, de 44 años y vecino de Leioa. «Sé que me lo salto un poco y piso algo Sopela, pero por aquí es más seguro que en casco urbano». Los agentes le entienden, pero le advierten de que circuló casi dos kilómetros por un municipio que no es colindante. «Saben la normativa, se les avisa», decía Sendoa, otro de los agentes.
En el otro lado de la carretera Iratxe pide conexión con la base a través del 'walkie'. Necesita comprobar el DNI y el municipio de residencia de una mujer. Cumple la norma y puede seguir su camino. «Es mejor que lleven un documento identificativo ya sea en el móvil o de forma física, así no les hacemos esperar», sostienen.
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Durante el control, los agentes también se toparon con deportistas que portaban un permiso especial. Fue el caso de Alicia González, ciclista profesional del Movistar. Es asturiana, pero reside en Bilbao. «Es la primera vez que me paran». No tuvo ningún problema, enseñó su contrato de trabajo guardado en el móvil y prosiguió su marcha. Nicolás, un joven argentino vecino de Plentzia, alegó que es profesional del remo. Una excusa que no convenció del todo a Dani, otro de los policías locales: «Todo no vale», le dijo. No le sancionaron pero bajo advertencia de hacerlo si supera los límites de los municipios colindantes. «Hay mucha picaresca», añade. Quien no se libró de la correspondiente multa fue Ramón, de Leioa. Nada más llegar al control, asumió la que le venía encima. «Siempre hago esta ruta con la grupeta y hoy me he liado», explicaba. Multa. «En casa me van a matar», lamentaba.
Con motivo del estado de alarma y en base a las restricciones de movilidad, en la Policía de Sopela han interpuesto denuncias de lo más atípicas. En una ocasión, sorprendieron a una persona con residencia en Cádiz que había venido a hacer surf a la playa de Barinatxe. Es uno de los casos más raros.
Durante este segundo estado de alarma han tramitado hasta ahora 159 denuncias, de las cuales 46 corresponden a noviembre, todavía no concluido. En este mes han interpuesto 39 denuncias por temas relacionados con la movilidad.
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