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Una veintena de personas con movilidad reducida esperan cada semana poder surcar la ría de Plentzia de la mano de los voluntarios de la asociación Goazen Up. Estos días, y hasta octubre, estarán cargados de actividades deportivas, demostrando que «las barreras no existen en el mar». Así, miembros de la Federación Coordinadora de Personas con Discapacidad de Bizkaia, Fekoor, participan en jornadas de pesca y de paddle surf adaptado que se llevan a cabo en la localidad. «Les sacamos al agua para que disfruten y vean que no hay límites físicos ni mentales», señala Aketza Sánchez, presidente de la agrupación sin ánimo de lucro.
Para que todos los asistentes puedan llevar a cabo estas prácticas, Goazen Up cuenta con material adaptado, como tablas modificadas con sillas de ruedas y remos adecuados a cada necesidad, instalaciones sin barreras arquitectónicas y accesos al agua desde su propia sede. «El objetivo es que se olviden un poco de la silla», explica Sánchez, quien también fue víctima de un accidente que le mantuvo un tiempo sin poder moverse.
De cinco en cinco, las personas se zambullen en el agua con la ayuda de los voluntarios en las tablas adaptadas y seguras. «Siempre están muy emocionados de entrar al mar. De hecho, hubo una persona que desde los 18 años no había tocado el agua y pidió que le dejase flotar boca abajo, buceando con las gafas», relata.
A los menos arriesgados, les preparan para un día de pesca. También hay gente que no ha pescado desde antes de los sucesos que les causaron sus problemas de movilidad. Antes de acudir a la ría o el mar, los integrantes de GoazenUp visitan a los interesados para enseñarles algunas cosas básicas y aclarar las dudas que puedan surgir sobre cómo deslizarse en las olas sin temor.
Cada actividad se limita a aproximadamente veinte personas con el fin de proteger a cada uno de los participantes. La federación, que cuenta con más de 3.000 miembros, intenta que en cada ocasión sean diferentes. «Aunque siempre hay alguno que quiere repetir», detalla.
Sánchez revela que en algunos grupos hay casos en lo que tienen una discapacidad casi completa, lo que hace que sean «más duros» de mover. «El corazón nos va a dos mil para poder controlar la situación y que salga todo bien». Para él, es importante que «disfruten del paseo. Aquí no hay secretos, lo que más les gusta es el agua, la naturaleza y salir de la monotonía».
Más de trescientos socorristas se han animado a formar parte de la asociación, que lleva casi una década en funcionamiento en el municipio. Estas actividades tienen tres objetivos claros: la mejora física y emocional a través de la práctica del paddle surf y del yoga, el desarrollo de ello en el agua, en un ambiente limpio y saludable; y llevarlo a cabo con el mínimo impacto medioambiental posible, tanto en la ría como en el mar.
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