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jon ander goitia
Jueves, 21 de mayo 2020, 17:42
A la gran mayoría de los vecinos la nueva medida aplicada por el Gobierno no le ha pillado con el pie cambiado. Las mascarillas tomaron hace tiempo las calles de los municipios de la Margen Derecha, aunque es cierto que no con la intensidad ... que lo han hecho hoy. Una tónica generalizada en estas localidades que ha dejado en este primer día de obligatoriedad en su uso, en según qué espacios, dos imágenes dispares: su presencia se diluye en los paseos, mientras acapara todo el protagonismo en los recados y desplazamientos por la urbe.
«La tendrían que haber obligado desde principio, hay sitios donde no se puede guardar la distancia», comentaban Juan Cortés y Antonia Cabrera, vecinos de Leioa. Se refieren al caso de los comercios, donde ahora ya sí todos los clientes portan este 'escudo' contra el virus. Pero, como si de una moneda se tratase, este primer día ha mostrado también otra cara: las horas para el paseo. Es el caso de Sopela, donde las caminatas por la costa e incluso por la playa han permitido a los vecinos contar con un amplio espacio que les aseguraba mantener siempre la distancia de seguridad.
«Cuando camino por el centro o salgo a hacer recados la llevo siempre porque hay menos espacio entre las personas», comentaba María Jesús Mendiolagoitia, vecina que ha bajado a la playa en su hora del paseo. Esta estampa se ha repetido en Gorliz y Plentzia. El buen tiempo ha invitado a muchos a querer asomarse a la costa en busca de la brisa. Un respiro que muchos han aprovechado para destaparse la cara, mientras el centro se mantenía protegido con mascarillas.
En Urduliz por el momento no consiguen asentarse del todo entre sus vecinos, a pesar de que algunos sí que las vienen utilizando. ¿Y por qué? Por dos razones. La más evidente, el espacio libre que se genera en un municipio con poco más de 4.300 habitantes, donde no tienen restricciones horarias. Y es aquí donde aparece el segundo factor, ya que la actividad no se centra en un único punto del municipio, por lo que esta dispersión provoca que las calles apenas registren cruce de vecinos. No obstante, este escenario desaparece en los comercios, donde su presencia, tal y como marca la norma, es total.
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