Operación 'Salvar el magnolio del Puente Colgante' en Getxo

«Era precioso. Pero ahora da pena ver cómo está. Todos queremos que vuelva a ser el de antes porque llamaba la atención», reconoce apenado Juan Gómez, un jubilado residente en Las Arenas. Este ejemplar de 'Magnolia grandiflora' tiene «más de 70 años de vida», precisa Arregi. Se eleva a una altura de unos cinco pisos en la plaza del Puente de Bizkaia: «Tiene un perímetro de 15 metros y de 180 centímetros en el tronco». Llama la atención. Situado cerca de la calle Eduardo Coste, parece dar la bienvenida al paseante al ser primer árbol que se ve nada más cruzar el paso de peatones hacia el Puente Colgante.

El tratamiento para salvar el magnolio se remonta nueve años atrás. En 2014 se detectó que presentaba «síntomas de decaimiento de hojas y desecación de brotes nuevos», describe Arregi. Y desde entonces arrastra esa maltrecha salud. Ahora muestra pocos brotes nuevos. Son de «reducido tamaño y muchas de las hojas que asoman se han quedado pequeñas y se secan antes de desarrollarse completamente». Los expertos achacaron lo que le sucedía a «una enfermedad causada por algún hongo o alguna bacteria», según el responsable de Calidad Ambiental. Entonces le aplicaron fungicidas para frenar su deterioro, realizaron «un saneado de las ramas» y todavía sigue en pie, aunque «muy debilitado».

Lo cierto es que el ejemplar está en esa barrera marcada por su ciclo natural de vida. Hace unos años que un «informe técnico municipal recomendaba su retirada». Pero su especial ubicación lo convierte en insustituible al no haber árboles de su porte para ponerlos en su lugar. Y en esa misma plaza hay otros dos magnolios más, uno de ellos en paralelo. Y ambos están sanos.

Como admite el propio Arregi, «los gastos que precisa son reducidos, y están incluidos en el mantenimiento de jardines». «Lo que se pone es interés, un cariño especial», explica. Los trabajos de este año por mantenerlo con vida consistirán en «realizar un microperforado del suelo para airear y oxigenar las raíces sin afectarlas». En 2018 fue necesario eliminar «uno de los brazos por desecación». Le cortaron una gran rama que suponía un riesgo «porque el viento podía romperla».

Este magnolio está protegido por una zona ajardinada redonda. En su parte exterior hasta tiene un banco que da al centro de la plaza. «Daba gusto sentarse porque hace años tenía unas hojas preciosas y unas flores enormes», comenta apenada Marta González. «Sé que tiene muchos años, pero estamos deseando que viva», incide esta jubilada de Las Arenas.