«Con o sin obras, Erandio se hubiese inundado igual»

La ingeniería señala que «los días 10 a 12 de febrero y ese mismo periodo en marzo se produjeron las mayores mareas vivas de la serie histórica registrada». Sin embargo, en febrero, la calle San Ignacio no se inundó y un mes después, sí. «La única diferencia entre las dos fechas es el retiro de la urbanización del parque Altzaga y la reducción de 10 centímetros de la cota del muelle –aspecto reconocido ya por la Diputación–», aseguran los damnificados.

Contrario a la tesis vecinal, el informe desvela que «entonces el paso de la borrasca Mónica pudo aumentar hasta 25 centímetros a la marea». Esto sumado a las «bajas presiones y un fuerte temporal de noroeste con bastante mar de fondo», causó la entrada de la ría a lugares que nunca antes habían resultado anegados, reza el documento. «El efecto amplificador lo dan las condiciones meteorológicas, pudiendo sumar hasta medio metro a la anterior pleamar», explican. Efectivamente, el agua superó el pasado marzo el metro y medio dentro del pueblo.

Como argumento, la empresa procedió a representar mediante el Sistema de Información Geográfica la situación previa al proyecto sobre la posibilidad de inundación en el municipio en caso de unas mareas vivas como las acontecidas. Una especie de mapa de calor muestra que las calles «más inundables», son las de Obieta y Jado. En estas dos zonas se suelen reportar desbordamientos, pero en niveles mucho más bajos y sin ocasionar daños. Y el tercer área con más riesgo es en la vía de San Ignacio.

La carretera de la ría está sobre una cota media de 2,75 metros, con un punto alto intermedio en el paso de peatones elevado 10 centímetros, según los datos que tiene Saitec. «Esto supone un calado que, en todo caso, ya permite el flujo de una cantidad muy importante de agua». Las tres calles tienen una rasante inferior a 2,6. Por lo tanto, «en caso de registrarse los niveles que se manejaron ese día durante el tiempo de exposición, que se estima fue por dos horas, se produciría igualmente la inundación de San Ignacio», concluye el estudio.