Esteban Arostegui Tolivar estaba descansando en su casa de Sopela cuando recibió una llamada de teléfono. Al otro lado, alguien que decía representar a la Casa Real. «No se asuste». Esteban primero pensó que era una broma de alguna radio. «Le llamo para preguntarle si ... estaría dispuesto a recibir la Cruz del Mérito Civil», le explicaron desde el otro lado de la línea.
Este vizcaíno no se creía nada. No conseguía identificar a la persona que le hablaba pero pensaba que sería algún amigo que tarde o temprano acabaría confesando. Sin embargo, su interlocutor comenzó a darle detalles de la celebración. Le explicó que eran unos premios que se iban a entregar en Madrid el 19 de junio en una ceremonia relacionada con las actividades programadas con motivo del décimo aniversario de la proclamación del Rey Felipe VI. «¿Esto es una broma?», preguntó finalmente. «No», le dijeron.
Inicios
«Empecé a colaborar con Lore Toki porque me lo pidió un profesor que me había ayudado mucho»
Esteban descubrió de qué se trataba. La Corona quería distinguirle por su «colaboración desinteresada» con el centro militar de cría caballar de Lore Toki, en Hernani. El objetivo de estos premios es «expresar el reconocimiento» a quienes desarrollan su vida y labor profesional ordinaria «de manera ejemplar al servicio de la sociedad». En el caso de Esteban Arostegui, la condecoración le fue concedida «por su colaboración con las Fuerzas Armadas en su labor de apoyo para la mejora de la cabaña equina», por su compromiso «con el bienestar animal» y su trabajo «desinteresado con universidades españolas», con las que ha colaborado en la formación «práctica de un gran número de jóvenes».
Este vizcaíno se ha convertido en el primer veterinario que recibe este galardón. Para él es motivo de orgullo y una oportunidad de reivindicar una profesión «maltratada». «No se nos tiene en cuenta dentro del mundo sanitario», lamenta.
Esteban, que nació en Bilbao pero que lleva viviendo desde niño en Sopela, lleva la medicina en su ADN. Su abuelo era veterinario y sus padres oftalmólogos. También su mujer es veterinaria. No dudó mucho a la hora de decantarse por su profesión, estudió en la Universidad de León y se especializó en los caballos. Es un animal que le encanta, el único al que trata. «Si a mi gato le pasa algo no le trato yo. Le llevamos a una consulta. Es importante que se tienda cada vez más a la especialización», explica.
Orígenes
Esteban lleva la medicina en el ADN. Su abuelo y su mujer son veterinarios y sus padres oftalmólogos
A Esteban le encanta su trabajo. Explica que empezó a colaborar hace unos diez años con Lore Toki porque se lo pidió uno de sus mentores universitarios. Acababa de llegar al centro militar un nuevo veterinario y le pidieron que le formase porque estaba «bastante verde». «La formación universitaria no es suficiente», aclara. Este apasionado del ciclismo -acaba de realizar la famosa prueba de la Quebrantahuesos- reconoce que al principio tenía «reticencias». No sabía qué se iba a encontrar. Pero no se podía negar. Esteban es una persona agradecida y no olvidaba cuando a él le brindaron ayuda totalmente «desinteresada» para poder formarse. Le ayudaron en Uruguay, donde además conoció a su mujer, pero también en el Departamento de Cirugía de León y en Bilbao. «No podía negarme. A mí me han ayudado mucho en mi vida», agradece. Lo que no esperaba era que se iba a encontrar con «gente majísima» con la que acabó haciendo una gran relación.
Además de colaborar con Lore Toki, Esteban trabaja sobre todo por Bizkaia y las zonas limítrofes. En su coche, que es su consulta ambulante, tiene de todo. Lleva un kit para practicar cirugías «básicas», pero también cuenta con aparatos para realizar electrocardiogramas a los caballos e incluso pruebas de lactato. Estos test son muy útiles para medir la capacidad de rendimiento de los deportistas, pero en el caso de los ánimales son básicas para evitar sufrimiento innecesario.
Reproducción
Lo cierto es que Esteban pasa bastantes horas en el coche. Le gusta ir escuchando música mientras conduce por las zonas rurales de Bizkaia. Una parte muy importante de su trabajo consiste en asistir en la reproducción de los animales. Ahí ayuda en la inseminización, en el parto, postparto... Pero también presta sus conocimientos en la competición deportiva. Ayuda a curar lesiones, realiza analíticas...
El premio no le ha cambiado la vida a este aficionado del Athletic. Los primeros días después de la ceremonia fueron bastante agitados y le alteraron su tranquilidad habitual. Ha atendido varias entrevistas, sobre todo por poner en valor su profesión. Pero ya está «pisando barro otra vez», conduciendo de un lado a otro, escuchando música en silencio, para atender a los caballos de siempre.
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