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IÑIGO SÁNCHEZ DE LUNA
PLENTZIA.
Viernes, 11 de octubre 2019, 01:09
Toda villa medieval contaba con una muralla que limitaba su perímetro y servía de defensa a sus habitantes y Plentzia no podía ser menos. Ahora, la historia de esta fortificación medieval ha salido a la luz gracias a Aitor González con la edición de un ... libro de 220 páginas con datos inéditos editado por Elkar. La tirada está limitada a cien ejemplares.
González pese a no haber realizado la carrera de Historia, cuenta con ocho libros dedicados a las murallas existentes en Bizkaia. Una fijación que «realmente no se de donde me viene, pero siempre me han apasionado este tipo de edificaciones». En el caso de Plentzia «ya había editado un pequeño librito que ahora he ampliado después de año y tres meses», de duro trabajo de investigación en archivos históricos o repaso de boletines oficiales.
Uno de los secretos que sale a la luz en «La Muralla de la villa de Plentzia», es que contaba con cinco puertas y «otra probable que aunque no esta acreditada estoy convencido que existió», resalta el autor. Las entradas se encontraban en Artekale, la Concepción, la Ribera, Santa Bárbara y Santiago, la única que quedan vestigios como el arco y el pequeño lienzo de mampostería que se encuentran en buen estado de conservación. Ambos elementos están protegidos por la Ley de Patrimonio Histórico Español. Finalmente, González sitúa la quinta junto a la torre de Butrón.
En el caso de Plentzia, el murallón «no tenía tanto un carácter defensivo era más simbólica», debido a que «todo lo que estaba dentro de intramuros se regía por el fuero de Logroño que otorgaba más libertades a los ciudadanos», explica González. Sobre su construcción coincide con la concesión de la carta de villa en 1299 por Don Lope Díaz de Haro, Señor de Vizcaya. Si bien la primera cita haciendo referencia a esta construcción «data de 1.561, pero sin duda se levantó mucho antes coincidiendo con la fundación».
La nueva villa fue diseñada a base de tres calles paralelas al cauce de la ría (Barrenkale, Artekale y Goienkale), cortadas por dos cantones transversales (hoy Madalen aldapa y Udaletxe aldapa), que comunicasen el núcleo coronado por la plaza de la Iglesia, con la parte baja de esta localidad costera de pasado marinero. El volumen recoge con todo lujo de detalles numerosas fotografías antiguas y modernas, grabados de los siglos XVIII y XIX, o planos para que el lector se pueda hacer una idea fiel de como era esta muralla «estructuralmente débil debido a que, en su origen, Plentzia era una villa pequeña de apenas tres calles».
Precisamente la expansión de la localidad a partir del siglo XVIII hacia el mar y la ría, sus principales fuentes de riqueza, acabó por derruir la fortificación para dar paso a edificaciones que, e n algunos casos, «utilizaban el propio muro como contrafuerte», concluye el historiador portugalujo.
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