La de este domingo no ha sido una misa más para Javier Garay. Tampoco para sus feligreses. Era una eucaristía con la que se le daba gracias a este párroco tras trece años en Algorta en los que su labor ha ido mucho más allá ... de la puramente espiritual. Muy integrado en el entorno asociativo de la localidad, a Garay se le conoce y recordará en el municipio, más que por sus homilías, por la enorme labor social que ha llevado a cabo desde su llegada y que no ha dejado indiferente a nadie. Comenzó a acoger en la casa cural a chicos sin recursos llegados en su mayoría del Magreb para darles una oportunidad. «Empecé con uno o dos con la intención de hacer el mundo un poco mejor. Aquello fue un revulsivo, creció y sigue muy vivo a día de hoy», detallaba. Desde entonces más de 200 chavales han pasado por allí. Han aprendido el idioma, recibido educación y alimentos. Muchos han podido iniciar una vida independiente gracias a la labor iniciada por el sacerdote y en la que en la actualidad toman parte cerca de 80 voluntarios y 4 trabajadores organizados bajo el nombre San Nikolas Zabalik.
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Si algo tiene Garay hacia la que ha sido su comunidad eclesiástica es agradecimiento. «Han sido muy abiertos y se han volcado», destacaba el cura. El sentimiento es mutuo. Ayer se vio en una parroquia que estaba a rebosar. Durante la misa se vivieron momentos de emoción. Hubo aplausos, lágrimas y mucho cariño. Tras el oficio religioso llegó el turno de las fotos, los abrazos, los regalos y una gran comida popular para despedir al sacerdote que va a ser trasladado a la zona de Elorrio.
«Dicen que las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra y eso es lo que nos ha pasado con Javier. Él, con su impulso, nos ha demostrado que nada es imposible», afirmaba Rosa Alonso. Porque lo que comenzó con la acogida de unos pocos jóvenes llegados en patera o que habían pasado el estrecho escondidos en los bajos de un camión se ha convertido en un movimiento social que incluye también alojamiento y educación para jóvenes inmigrantes, pisos de acogida para favorecer su proceso de integración, desayunos y meriendas para gente que duerme en la calle o reparto de comida a los vecinos con menos recursos. «Todo esto se puso en marcha desde su llegada», destacaban los colaboradores.
Ayoub Mazar y Álvaro Pascual, educadores en San Nikolas Zabalik, se afanaban ayer en preparar las más de veinte mesas en las que se iban a repartir los 153 comensales. «Javier ha dejado una huella importante. Le vamos a echar de menos, aunque le veremos. Somos amigos y también seguiremos adelante con el proyecto que él puso en marcha», afirmaban. De momento podrán disfrutar de su compañía un tiempo más. Hasta septiembre no se hará efectivo su traslado a Elorrio. Le sustituirá en San Nicolás el seminarista Gorka Campos.
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