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El plumero de la Pampa ha invadido numerosas zonas. P. URRESTI
Getxo arranca una nueva guerra contra las plantas invasoras

Getxo arranca una nueva guerra contra las plantas invasoras

Las quejas y acciones vecinales han llevado a las instituciones a combatir el plumero de la Pampa y el bambú japonés para no perder la biodiversidad

TXEMA IZAGIRRE

Lunes, 7 de diciembre 2020, 23:03

Esta misma semana comienzan las labores para combatir la expansión de las plantas invasoras de Getxo. Los trabajos se realizarán principalmente en la zona costera y en la vega del Gobela, donde los operarios combatirán a la cortaderia selloana o plumero de la Pampa y la fallopia japónica o bambú japonés. La última que ha comenzado a expandirse con fuerza para entrar en el catálogo ha sido la buddleja davidii o arbusto de las mariposas.

El Ayuntamiento invierte 15.000 euros cada año en esta particular cruzada que arrancaron los vecinos en 2015 para protestar por la invasión de unas especies que «impiden el crecimiento de la vegetación autóctona y ponen en peligro espacios naturales protegidos», se quejan desde Auzokideok.

«Estas plantas constituyen una de las causas más importantes de pérdida de biodiversidad y alteración de los ecosistemas», apuntan desde los Servicios Urbanos Ambientales y Calidad Ambiental. Sucede porque «son capaces de adaptarse, competir y reproducirse de forma natural en otro lugar distinto, donde se convierten en un agente de cambio, afectando de forma adversa a los hábitats que colonizan».

La eliminación de las plantas invasoras se llevará a cabo en los cauces de los ríos Gobela y su afluente el Kandelu, el humedal de Bolue, las estradas de Andra Mari, el pinar de Aixerrota y el camino del Faro hasta Matxikortiñe, en La Galea. Tampoco escapan los entornos naturales de las playas de Arrigunaga y Azkorri, y solares municipales del Aula Medioambiental, el polideportivo de Fadura y Aiboa.

Actualmente, «en Getxo no se ve la cantidad de plumeros de la Pampa que hay en municipios cercanos», admiten vecinos de Fadura. Antes era una auténtica invasión. Su rápida extensión a punto estuvo de colonizar todo el espacio del junco europeo. La lucha vecinal contra esa especie logró mantener el junco, que daban por desaparecido de la zona.

La particular guerra a las invasoras arrancó en la vega de Fadura, en Neguri Langile. Fue una iniciativa popular para llamar la atención. Representantes de Auzokideok y de afectados por las inundaciones del Gobela efectuaron un llamamiento vecinal para cortar estas plantas, de las que había cientos y hoy quedan decenas.

Inyecciones

Precisamente la Agencia Vasca del Agua (URA) y el Ayuntamiento de Getxo firmaron un convenio para poner freno a las plantas exóticas invasoras. La sociedad dependiente del Gobierno vasco realizó campañas para acabar con la japónica. La primera actuación de 2016 constituyó un fracaso porque se procedió a desbrozar estas plantas. Aquello, en lugar de ayudar a reducir su número lo multiplicó porque de los esquejes y trozos de tallo que quedaron en el suelo brotaron nuevos ejemplares. El resultado es que colonizó la zona de Neguri. Al año siguiente se optó por el sistema de las inyecciones, que hay que aplicar a cada ejemplar. Su número y área de influencia ese ha reducido también en la actualidad.

«En el entorno del Gobela se llevan a cabo las actuaciones más importantes de Bizkaia contra esta planta», admitió un portavoz de URA. Este bambú japonés es una herbácea perenne originaria del este asiático, que en Getxo «se detecta a orillas de los ríos Gobela y Bolue, aunque también se expande por zonas urbanas, en parques y jardines o bordes de las carreteras», aclararon desde Medio Ambiente de Getxo.

Tampoco el plumero de la Pampa –originario de Sudamérica– es sencillo de combatir, porque los fuertes vientos expanden las semillas muy lejos. Por eso los operarios tapan primero con bolsas esos plumeros antes de proceder a eliminarlos. La que se ha añadido a la lista en último lugar es el arbusto de las mariposas, que tiene una flor de diversos colores y es originaria del noroeste de China y Japón. Tiene «un gran potencial colonizador y, por ello constituye una amenaza grave para las especies autóctonas, los hábitats o los ecosistemas», concluyen desde esta área municipal.

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