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El desarrollo urbanístico de Getxo sigue en punto muerto a la espera de que el equipo redactor y los técnicos municipales resuelvan las cerca de 2.000 alegaciones que vecinos, asociaciones y partidos políticos presentaron hace un año a la aprobación inicial del Plan General ... de Ordenación Urbana. Es uno de los documentos, junto a los Presupuestos, más importantes puesto que de él depende el desarrollo de la localidad. En el caso del municipio costero incluye edificar nada menos que 4.601 nuevas viviendas, la mayoría en la parte baja de Andra Mari.
Como parte de la tramitación, hasta el mes de octubre al menos, el Consistorio no concederá licencias urbanísticas en trece zonas, entre ellas Martiturri, Arteaga, Aizkorri, Saratxaga, Moreaga, Mimenaga, San Nicolás, Sarrikobaso, Zubilleta y el área urbana de Santa María (Andra Mari). Es una medida legal para preservar que no se edifica sin respetar las futuras normas, pero el tiempo corre y si para dentro de diez meses no está encima de la mesa un nuevo PGOU, el Consistorio tendrá que permitir construir o ampliar la suspensión cautelar, con lo que ello supone en la dilación de los proyectos.
Sin embargo, para llegar a este punto es imprescindible que de forma previa se resuelvan las alegaciones. Se cumple un año desde que la institución local abriera el período de exposición pública y todavía se desconoce cuándo habrá una contestación a las reclamaciones. Fuentes municipales reconocen que «va para largo».
El Ejecutivo local, en manos de PNV y PSE, asegura que «seguimos con su estudio, al tiempo que con los requerimientos de los informes sectoriales, algunos aún por llegar, debiendo coordinar todo ello». «Hay que responder en un único acuerdo», argumentan.
Por si fuera poco el retraso administrativo, hay un segundo hándicap, que tampoco ayuda en la aprobación final. El gobierno local está en minoría después de que el bloque formado por PNV y PSE perdiesen en los últimos comicios municipales la mayoría absoluta de la que gozaban en la anterior legislatura y que le hubiera permitido aprobar la revisión del planeamientoactual, que data de 2001, sin mayor contratiempo. No es cuestión baladí porque le obliga a buscar apoyos al menos en uno de los partidos de la oposición: PP, EH Bildu o Elkarrekin Podemos.
Los populares, después de dar vía libre a los últimos Presupuestos, son la opción más cercana. Por delante habrá que limar en todo caso las 110 alegaciones que presentó el grupo municipal. «Sorprende mucho el retraso en la contestación, vamos muy retrasados, pero nosotros seguiremos negociando. Estamos en conversaciones con todos los afectados para ir viendo sus problemas y qué es lo que plantean», explica el portavoz, Eduardo Andrade. El principal partido político de la oposición se muestra favorable a que el futuro PGOU responda «a todas las necesidades de los vecinos de Getxo y no sólo al equipo de gobierno».
EH Bildu va más lejos y tilda de «vergonzoso y un desastre» el proceso. «Es una falta de respeto hacia todas las personas que han tomado su tiempo en preparar sus alegaciones, más en el caso de aquellos que podrían sufrir un derribo. No es de recibo mantenerles con esta incertidumbre», lamenta Mikel Bildosola.La coalición soberanista mantiene sus líneas rojas. «No aceptaremos que se fomente la especulación, es evidente que tenemos modelos diferentes, abogamos por dejar atrás el de pueblo dormitorio y sospechamos que en este caso también buscarán otros compañeros de viaje», añade.
Elkarrekin Podemos lo tacha de «falta de compromiso con el pueblo». «Creemos que habría que rehacerlo desde cero», manifiesta el concejal Xabi Benito, que presentó en nombre de su formación treinta alegaciones. «Hicieron el PGOU pensando en su mayoría y afecta de manera muy negativa a los baserris de Andra Mari, mientras Azkorri sigue sin protección y los vecinos de Salsidu siguen sin saber qué va a ser de ellos. Se ha hecho de espalda a la ciudadanía».
El PGOU ha sido controvertido. 3.000 personas participaron en una manifestación en marzo pasado. La plataforma contraria a su puesta en marcha reconoce que «no sabemos qué va a pasar».
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