JON ANDER GOITIA
Miércoles, 6 de mayo 2020, 00:51
«Pensaba que me iba a morir. Tras la paliza me tiraron a unas zarzas». Con la voz entrecortada, Agapito Basañez relata a EL CORREO el cruel episodio que vivió el sábado por la tarde en Urduliz. «Vinieron cinco personas corriendo, con barras ... de hierro en la mano y, sin mediar palabra, me empezaron a pegar». Es la última imagen que recuerda, porque una vez en el suelo se protegió la cabeza hasta que los golpes cesaron. Casi diez interminables minutos que le dejaron «hecho polvo». «Sangraba por todos lados», evoca desde la cama del hospital de Urduliz, donde se recupera de las graves lesiones.
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Dos costillas rotas, el tobillo fracturado, hematomas por la cabeza que le «hincharon la cara» y la ceja «destrozada» son parte de las secuelas de la paliza que recibió mientras realizaba fotos a su caserío en Torrebarri. «Soy un aficionado a la fotografía y me acerqué a tomar imágenes de la casa y los animales que tenemos en el terreno, porque la zona va a cambiar mucho en unos años», explica Basañez. Apenas llegó a realizar cuatro instantáneas cuando dos miembros de una familia que reside en una caravana en la zona, comenta, se acercaron a él. «Me preguntaron si les estaba haciendo fotos a ellos. Les dije que no, incluso les enseñé las imágenes que había tomado».
Las evidentes pruebas, sin embargo, no les convencieron. Desconfiado, uno de ellos alzó la voz. «Papá, nos está sacando fotos», recuerda. La respuesta que escuchó le dejaría helado. «Dadle una paliza hasta dejarle seco, que no quiero problemas». Una orden que ejecutaron entre cinco personas en una calle sin salida. «Bajaron corriendo como locos con barras de hierro en la mano. Me defendí agarrando a uno de ellos, mientras otro me robaba la bici. Cuando el resto llegó me tiraron al suelo y empezaron los golpes». Desprotegido, su única preocupación era «que no sacasen ninguna navaja». La aparición en el lugar de un vecino le salvó. Los golpes pararon, no así el daño. «Me tiraron a unas zarzas. Me arrastré como pude para alejarme».
Consiguió llegar a una calle próxima, donde cayó rendido. Socorrido por las personas que caminaban por la zona, fue trasladado rápidamente al hospital. El vecino que presenció la agresión fue quien dio aviso a la Ertzaintza, a la que facilitó además una descripción física de los agresores. Esta información fue clave. A los pocos minutos un hombre de 45 años encajaba a la perfección con los rasgos físicos detallados y, además, presentaba «heridas en los nudillos». Fue detenido. No sería el único. Menos de veinticuatro horas después, un menor de 17 años también fue arrestado y una mujer imputada. La investigación sigue abierta y la Policía autonómica no descarta más detenciones. «Tengo miedo, vivo a pocos metros de donde tienen aparcada la caravana, me los voy a cruzar todos los días».
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