Andrea Cimadevilla
Urduliz
Jueves, 9 de febrero 2023, 17:30
Desde que su marido Lorenzo falleció en 2012, Isabel Vaquero visita el cementerio de Urduliz entre dos y tres veces por semana. A sus 85 años, limpiar y poner flores nuevas sobre su tumba se ha convertido en parte de su rutina. Pañuelo en mano, ... coge el metro en Sopela, localidad en la que actualmente reside, y camina hasta el camposanto municipal, ubicado en la céntrica calle Aita Gotzon. Pero la nostalgia del recuerdo se transforma en rabia al cruzar la entrada de este espacio sagrado. «Cada vez que vengo a visitar a mis seres queridos, ¡me vengo abajo! Hay veces que salgo y se me quitan las ganas de volver», exclama Vaquero mientras retira el polvo de la lápida de su difunto esposo.
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La «dejadez y suciedad» que acumula el cementerio son los motivos a los que hace mención esta octogenaria, que asegura haber pensado en «coger una escoba y ponerme a barrer yo misma para darle a la gente que aquí está enterrada el lugar que se merece». «Si no estuviera cómo estoy –camina con la ayuda de una muleta– lo haría. Es una indecencia». Acompañada de su hija, Isabel Romero, quien confirma haber puesto en conocimiento del Ayuntamiento el estado del camposanto «en múltiples ocasiones», Vaquero matiza que visitar a su marido durante el invierno «es desesperante». «Para los 15 minutos que suelo estar, me pongo de los nervios. El barro se acumula y me acabo mojando entera. Pero es que no es solo eso, sino que las hojas están siempre tiradas, tiestos en el suelo, botellas, escobas y recogedores por ahí sin sentido, escombros acumulados...», añade.
Madre e hija sostienen que las puertas del cementerio se quedan abiertas y que hay veces que «los 'chavales' entran por las noches a hacer gamberradas». «Hay cosas que no las puede tirar el viento. Existe mucha gente sin sentimiento que entra y tira las flores, deja basura… Pedimos que al menos se cierre por respeto a los familiares», señala Romero, que además de a su padre tiene a sus dos abuelos.
El Consistorio, por su lado, indica que «se han atendido las llamadas vecinales por la acumulación de hojas a causa del temporal» y añade que «personal municipal ya ha ido a limpiarlas». Sin embargo, hay otros factores que justifican el sentir de esta familia. La entrada del cementerio, por ejemplo, aún mantiene varios carteles que hacen referencia a la pandemia, como el aforo o el uso de la mascarilla. «Me da la sensación de que vienen dos veces al año a hacer un repaso. No hay derecho», narra Romero disgustada. La sopeloztarra subraya que lleva meses intentando que el Consistorio «mantenga en condiciones el cementerio sin éxito» y que son muchos los vecinos de Urduliz que se han quejado del estado del mismo a lo largo de los años.
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