El Ayuntamiento de Getxo sale al rescate del comedor de las Hijas de la Caridad

«Estamos diecisiete hermanas, pero únicamente lo atendemos tres, la más joven soy yo y tengo más de 70. El relevo es muy escaso, pero la realidad es la que es, no nos queda otra que pedir ayuda al Ayuntamiento. Somos muy mayores y no podemos hacerlo nosotras solas», reconoce Mertxe Iturralde, la hermana sirviente, responsable del centro. La llamada ha sido atendida y la institución getxotarra acaba de incrementar en 24.000 euros, hasta los 80.000 euros, la partida que les concede para que puedan gestionar el servicio de comidas, duchas y lavandería.

Según explicó la concejala de Política Social del Ayuntamiento, Carmen Díaz, con ese dinero de más podrán contratar a una persona. «Se trata de un proyecto propio que históricamente han tenido las religiosas», defiende la edil.

Cuando cerraron hace más de cuatro décadas la parte del colegio donde formaban a los hijos de los pescadores en la calle Caridad 10, su compromiso con Dios les llevo a volcarse con las necesidades de la época que no eran otras que atender a los cientos de jóvenes que habían sido atrapados por la droga. Primero les daban bocadillos y luego un plato caliente. Nadie se hacia entonces cargo de ellos, ni siquiera sus propias familias.

Superada esa 'epidemia' decidieron seguir con el servicio. «Nuestro nacimiento fue así, ¿cómo le vamos a decir a una persona que no le damos sustento, un bien tan básico?», destaca Iturralde. Hoy reparten 45 comidas al día, aunque ha habido momentos en que llegaban a dar 60. No daban abasto. Dividen a los perceptores en tres turnos. «Debe ser digno, también hablamos con ellos y les escuchamos», afirma la religiosa. Todas las personas llegan a través de los servicios sociales del Ayuntamiento. «A los que se les permite venir ahora a comer fueron atendidos por los trabajadores sociales en diciembre», desvela como ejemplo de la congestión que sufre el sistema.

«Hemos parado con harto dolor. No atendemos sólo a estos, otros 14 están todos los días fuera esperando que los que han podido comer les den su bolsa de la cena, porque no tienen nada que llevarse a la boca. Viven al día», explica. También les dan leche y galletas para el desayuno de los siguientes días. «Sabemos que muchos se lo beben en el momento», afirma.

«La realidad es esta, estamos abiertas a las necesidades del pueblo, no tiene sentido que no lo hagamos. He dado mi vida para servir a los demás», apunta la religiosa, consciente de que su atención genera criticas entre los vecinos. «Hay chavales de quitarse el sombrero, aún durmiendo en la calle van a estudiar. Ayer dimos ocho mantas a jóvenes que pasan la noche a la intemperie. Hay mucha necesidad y todos son personas. ¿Qué hacemos con ellos?», lanza la pregunta.

Mientras PNV y PSE defienden la labor de las religiosas, EH Bildu y Elkarrekin Podemos apuestan por que el comedor social dependa del Ayuntamiento y adquiera un carácter público. Mikel Bildosola, portavoz de los soberanistas, muestra su «preocupación por la situación». «Hay que meter más dinero. Hay precariedad y el trabajo de estas religiosas es digno de alabanza, pero se basa en el voluntariado. Habría que analizar otra forma de ayudar», insiste.

Xabier Benito por Elkarrekin Podemos dice que «el Ayuntamiento ha externalizado el servicio de forma precaria. Esta situación habría que resolverla en su conjunto y no poner parches», afirma. Desde la bancada jeltzale, Keltse Eiguren, les insta a que reconozcan que «lo que no os gusta es este colectivo, a otros bien que apoyáis».