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HELENA RODRÍGUEZ
URDULIZ.
Miércoles, 18 de septiembre 2019, 02:00
Araitz cumplirá el próximo mes de octubre tres años y es una de las vecinas de Urduliz más conocidas y queridas. En la localidad y en toda Bizkaia se han realizado diversas acciones solidarias para ayudar a su familia con los gastos derivados de ... su dolencia. La pequeña sufre parálisis cerebral como consecuencia de una meningitis causada por un herpes. No hay tratamiento para su caso, solo una interminable sucesión de visitas al Hospital de Cruces, a donde acude un mínimo de tres días por semana desde que le dieron el alta, con poco más de cinco meses de vida. Sus traslados se realizan con una ambulancia del departamento de Sanidad del Gobierno vasco que debe recogerla en su casa y devolverla a ella. El problema, según denuncia su madre, Itziar Nieto, es que este servicio «deja mucho que desear».
«Desde un tiempo a esta parte llegan tarde a recogerla o no vienen con el vehículo apropiado», denuncia la amatxu. El problema va más allá de una leve molestia en un caso como el de Araitz. «Llegar tarde supone que nos tengan que posponer las pruebas o que yo no llegue a recoger a mi otro hijo al cole», detalla. Se une además el hecho de que la pequeña se alimenta a través de lo que se conoce como un botón gástrico, una máquina que obliga a planificar muy bien las salidas. «Suelo llevar lo justo pensado en llegar a casa a mi hora para su próxima comida», cuenta Itziar.
El último incidente tuvo lugar ayer por la mañana. Araitz no durmió en toda la noche «porque le tenían que hacer una prueba cerebral» y cuando llegó la ambulancia «se tuvieron que dar la vuelta porque era pequeña, cuando saben de sobra que necesitamos la otra». «Llegamos tarde pero por suerte nos dejaron hacer la prueba aunque no siempre es así. Luego fuimos a rehabilitación y salimos, como siempre, a las 13.30 horas. Debía estar esperándonos un transporte, pero no era así», cuenta indignada. Tras realizar varias llamadas, «llegó un chico que venía desde su casa en Mungia y que no tiene la culpa». «La cría ni ha comido, porque no se le puede dar un biberón o un yogur como a otros niños; yo he llegado tarde a recoger a su hermano y cuando llamo al encargado de coordinar este servicio no solo no me contesta sino que ha desconectado su móvil», denuncia enfadada.
«Las enfermeras y médicos me conocen y saben que esto pasa. Yo me quejo, pero la cosa mejora unos días y luego volvemos a ir mal. No entiendo que, utilizando como usamos este servicio al menos tres días a la semana desde hace tres años, nos traten así», señala Itziar con el sonido del llanto de su hija de fondo. «Ya ves cómo está. Sin dormir y sin comer... esto es intolerable», se duele.
El Hospital de Cruces aclaró ayer que «la gestión de las ambulancias se lleva desde el departamento de Sanidad del Gobierno vasco». Allí, estudian el caso.
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