«Amatxu, hoy toca surf»

En un rincón de la costa vasca, donde el mar se encuentra con la arena, un grupo de personas desafía las barreras y encuentra en el surf adaptado una fuente de libertad. Endika, Xavier, Imanol y seis jóvenes más esperan cada semana a que llegue el jueves para ir a sus clases en Sopela. La playa Atxabiribil ha sido testigo de la sensación de «poder hacer cualquier cosa» que este grupo de deportistas experimenta al montar una tabla.

Lo que comenzó hace más de una década como una iniciativa aislada con clases esporádicas de la escuela Peña Txuri se ha convertido en un proyecto estable. Cada jueves, durante todo el año, este grupo se reúne para remontar las olas. Más allá de la práctica deportiva, este espacio ofrece inclusión y socialización. «Los participantes no solo aprenden a surfear, también desarrollan habilidades sociales, fortalecen su autoestima y establecen vínculos con otras personas que comparten experiencias similares», explica Naroa Saratxaga, directora general de la escuela.

Así es para Xabi Goñi, de 17 años. Tiene parálisis cerebral y ha encontrado en el surf una forma de expresarse y conectar con el mundo. Es el único del grupo que usa silla de ruedas, que se queda en el arenal mientras él vive el «subidón» de coger las olas. «Esta actividad le da una alegría enorme y le ayuda a trabajar su cuerpo. Se siente libre», dice su madre Verónica García, antes de atravesar la playa y adentrarse en el mar para fotografiar las hazañas de su hijo y sus compañeros. Así como ella, otras madres y padres también aprovechan cada vez que los chicos están de pie sobre la tabla para capturar el momento con sus cámaras. «Esas imágenes son nuestro mejor álbum», remarca Borja Bayo, cofundador y monitor de la asociación Haszten, la cual también está involucrada en esta iniciativa.

La adaptación del deporte acuático a personas con discapacidad requiere de una gran preparación y recursos. Para fortalecer la atención personalizada, la agrupación, creada para impulsar la iniciación deportiva y la actividad física en chicos con diversidad funcional, lanza la oferta formativa y dota de monitores especializados en trabajar con esta población. Su papel es fundamental ya que cada estudiante tiene necesidades específicas, lo que hace que cada sesión sea única.

En verano e invierno. Con sol, lluvia o frío. No importa el tiempo, los jóvenes cumplen su cita. Un encuentro que se lleva a cabo desde hace dos años de manera continuada mediante la colaboración con Red Eléctrica. «Reforzamos nuestro compromiso con el deporte inclusivo y la vida saludable. Con esta alianza ya hemos logrado subir a la ola a 560 personas con discapacidad», señalan portavoces de la compañía.

Todos los participantes tienen algo en común: además de que practican otros deportes, el surf es el que más les apasiona. Imanol Urquijo, de 24 años, con síndrome de Down empezó a los diez años a aprender surfear y «no lo quiere dejar. Es su vida», destaca su madre Miren Muñoz. La felicidad es compartida. Endika Bilbao, de 23 años, que fue diagnosticado con hemiparesia en todo el lado izquierdo del cuerpo y tiene retraso madurativo, logra pararse en la tabla como los demás. «Pensaba que no era posible que pusiera los pies en la tabla, pero lo hace. Buscan la manera de que todos puedan», explica su madre Manoli López. «Cuando hace mal tiempo, yo les espero en la escuela abrigada, mientras ellos están en el agua helada. Les encanta».

Los jueves son días para no parar. Manoli y Endika llega a Sopela desde Barakaldo para abrazar las olas. «Ama, soy feliz», insiste Endika. Se le nota en su rostro. Su madre relata emocionada que su hijo se levanta por la mañana y dice «hoy es jueves, ama». A lo que ella responde con regocijo: «Sí, hijo. Hoy toca surf».

• Temas
• Barakaldo
• Sopela
• Maternidad
• Personas con discapacidad
• Surf