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virginia urieta
Martes, 27 de diciembre 2016, 17:07
«Se cubrió todo de niebla y de ceniza, No se veía el principio ni el final, las llamas eran inmensas y el humo lo cubría todo Fue un incendio increíble», recuerda María Ángeles, vecina de Berango, desde uno de los bancos junto al parque ... en la zona de Landaidas. Lo dice mientras señala la cercanía del monte, justo al lado, que aunque ya luce con un color más sano todavía se pueden apreciar en algunas zonas los estragos del fuego. «No pasamos miedo de que llegaran las llamas, pero fue un buen susto. Hay caseríos y gente, fue peligroso. Por la noche se reavivó y fue todavía peor que cuando empezó», valora. Tal día como mañana, hace exactamente un año los municipios de Sopela y Berango amanecieron con unas imponentes llamas como telón de fondo, un panorama desolador que aunque hizo saltar la voz de alarma dada la cercanía del monte con los límites urbanos de cada localidad, afortunadamente, se saldó sin tener que lamentar daños personales.
El fuego arrasó 200 hectáreas de terrenos mayoritariamente privados, parcelas ya «prácticamente recuperadas», indican desde la Diputación, en vistas a potenciar en el futuro una zona para uso recreativo o forestal. Los vecinos recuerdan con nitidez aquél 27 de diciembre, aunque aseguran que no es la primera vez que ven arder ese monte. «Hacía muchos años que no pasaba, pero volvió a suceder aunque un incendio tan grande como el del año pasado no lo recuerdo, y llevo aquí toda la vida aquí». María Ángeles rememora el paso rápido y casi fugaz de los hidroaviones, los grandes esfuerzos por apagar las llamas, la constante tensión y el desconocimiento de una situación que cogió por sorpresa a todo el pueblo. «Se veía desde Artxanda».
Los Bomberos trabajaron a destajo con la ayuda de voluntarios.
De más cerca lo vivieron los vecinos de Sopela Pedro Aio y su mujer Pili Gaminde, que estuvieron «allí, en el monte. En un taller de coches cercano, vigilando que no llegaran las llamas». Aseguran que «volaba fuego, caían chispas y prendían en otras zonas», sorprendidos por la rapidez de unas llamas incontrolables por culpa de un viento fuerte y pertinaz. «Había mucho aire, lograban apagar una zona, volvía a reavivarse, cogía fuerza de nuevo Y así durante horas, duró casi tres días. El aire lo arrastraba todo: el olor, el polvo y las cenizas», explica ella. Él recuerda que pasó «muy rápido», por lo que quizás no hizo tanto daño al monte.
Las llamas cruzaron la carretera
«Decían que el fuego empezó en Berango, por la subida de Santa Ana a Unbe. En Sopela las llamas cruzaron la carretera, hasta el Garden, que tuvo que cerrar. Dijeron que se había quemado la cervecera pero no pasó hasta allí. También desalojaron a una mujer, se quemaron algunos animales», lamentan. Lo recuerdan a la perfección. «Hasta el niño de nueve años, el taller desde donde lo vimos estaba muy cerca y era de sus aitas. Si se quema el negocio familiar imagínate qué faena». Lo peor fue verlo tan cerca. «Primero el olor, a helechos quemados. La tierra estaba muy seca, no había llovido nada, y había un viento sur terrible», señala la vecina.
Los vecinos tuvieron que echar mano de baldes para sofocar rescoldos.
Otros apuntan, en Larrabasterra, que ese día «los cacos aprovecharon el caos y que la Ertzaintza estaba allí para entrar y robar en 42 casas». Los alcaldes de los dos municipios afectados fueron también testigos de cómo las llamas arrasaban todo a su paso. «Con mucha angustia, sobre todo. Yo estuve desde el principio, lo mejor es que la zona prácticamente se ha recuperado ya», señala la alcaldesa de Berango, Anabel Landa. Prácticamente todos los terrenos del monte asolados por el fuego eran de carácter privado, por lo que «informamos a los propietarios sobre las ayudas y los pasos para recuperarlos». Aunque en Berango las parcelas eran de mayor extensión, un buen número de ellas fueron algo más de cien los propietarios afectados- pertenecían a vecinos de Sopela.
«Fue un susto. Yo estaba en Asturias y vine a toda prisa, hubo que desalojar alguna casa y se corrió peligro, pero afortunadamente no hubo que lamentar daños personales», explica el alcalde de Sopela, Gontzal Hermosilla, que asume que ahora desde el Consistorio prestan más atención a que las parcelas estén «bien cuidadas y conservadas» para que no vuelva a suceder. Carlos Uriagereka, Jefe del Servicio de Montes de la Diputación, avanza que cerca del 90% de la zona se ha recuperado ya, debido a que las llamas sólo afectaron al sotobosque. «Fue un fuego muy intenso, conducido por el viento, pero pasó tan rápido que los árboles quedaron quemados sólo en su corteza y la parte baja, y gran parte de la vegetación ha rebrotado ya».
El Ejército del Aire ayudó a sofocar las llamas llenando los hidroaviones en el Cantábrico.
Explica que realizaron vuelos con drones, primero, para ver la zona desde el aire y comprobar la superficie afectada fueron cerca de 200 hectáreas-, y elaborar después un plan de recuperación. «Pusimos a los particulares en contacto con la sociedad de foralistas, que les asesoraron. Se analizaron las causas naturales y prácticamente por descarte llegamos a la conclusión de que fue un incendio intencionado, aunque no parece haber ningún móvil, no hay beneficio y eso es extraño», revela. La información se trasladó a la Ertzaintza y a la Fiscalía Medio Ambiental, a cargo de la investigación. Ahora se trabaja en la recuperación del monte para hacer pistas forestales y mejorar los accesos, ya de cara al 2018, opciones que permiten tanto llegar antes si vuelve a producirse un incendio como evitar que se propague.
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