Los nuevos horarios de Sopelbus agitan a sus usuarios

Casos como el de esta vecina son los más habituales dentro de los usuarios de Sopelbus. «Desde Sopelmar podemos ir andando, pero volver, por ejemplo, con la compra, es imposible. Además en invierno es un infierno con el tiempo. Nos han quitado todos los autobuses de la mañana, te vas al médico y no tienes en qué volver», concretó.

«La realidad es que a la gente que usamos este servicio nos lo han cortado de tal manera que ya no nos sirve. Han vendido la moto de que el mes de mayo es gratis pero es una bomba de humo», señalaba otra de las afectadas a este periódico

El equipo de Gobierno, al tanto de las quejas vecinales, asegura estar trabajando «por y para los vecinos», algo que les parece surrealista a estos usuarios, que piden una nueva modificación y que se tome en cuenta la opinión de los ciudadanos. «En verano habrá más servicio, pero para que la gente pueda ir a la playa. En invierno volveremos a lo mismo. Un horario que está fatal para todos», lamentó una de las afectadas.

«Muy enfadados»

El cambio de horarios no es solo un problema para los residentes en diversos barrios, algunas personas que se trasladan a estas urbanizaciones para desarrollar su trabajo se ven obligadas a dsesplazarse a pie desde Larrabasterra hasta la playa de Atxabiribil para no llegar tarde. «El nuevo cuadrante está fatal. No llego a tiempo a ningún sitio y pierdo tiempo en andar de aquí para allá. No soy la única. Las personas que trabajamos en casas de estas urbanizaciones somos bastantes», concretó.

Pese a que Sopelbus ha aunado sus horarios para «dar servicio en las horas puntas», los viajeros consideran que no es suficiente. «Me parece bien que quieran cubrir horas concretas, pero la realidad está en la gente que lo usamos. Desde que han cambiado el horario ya hay mucha menos gente si cabe», afirmó otra de las usuarias.

Además de reclamar al Ayuntamiento que se replantee el cambio horario, los vecinos también piden más información y divulgación sobre los cuadrantes establecidos, además de una adecuación con el horario escolar y el del metro. «Estamos muy enfadados y no nos queda otra cosa que patalear. Dicen que solo miran por el pueblo. Es como para que les corten la lengua», aseveró una vecina.