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No hubo este domingo otro color en Bilbao. Una impresionante marea roja invadió la capital vizcaína en apoyo de los enfermos y cuidadores de afectados de alzheimer. La VIII Carrera Familiar Solidaria, organizada por EL CORREO y el Ayuntamiento, sacó a las calles a casi ... 3.000 personas -el máximo de corredores permitido- y recaudó 4.210 euros. Si el año pasado la cantidad obtenida se destinó a Cáritas, esta vez fue a parar a manos de AFA Bizkaia (Asociación de familiares de enfermos de alzheimer y otras demencias), que agradeció el «compromiso social» de la ciudadanía. «Esta iniciativa no se olvida y merece un '10' porque sé el esfuerzo que cuesta organizar estas cosas», alabó Marian Díaz, presidenta de la entidad.
Aitites, amamas, padres, hijos, tíos, mayores, niños... En silla de ruedas, como Carmen Larrínaga -a sus 102 años, fue la participante de mayor edad-, a cuchus, tirando de carritos de bebé, acompañados de sus mascotas, junto a amigos, en solitario, vestidos como leones... En total, 421 grupos y medio millar de familias respondieron a la convocatoria patrocinada por la Fundación EDP, Lurauto, Coca Cola, El Corte Inglés y BM. Bilbao reafirmó, un año más, su perfil solidario y se volcó en una prueba sin ningún otro ánimo competitivo que el refrendo de las causas más sensibles.
Oihane Agirregoitia
Familiares enfermos
Los 1,8 kilómetros de que constaba el circuito -arrancaba junto a la explanada del Guggenheim y llegaba al Museo Marítimo para volver de nuevo a las inmediaciones de la pinacoteca- se recorrieron en poco más de 20 minutos de media y supusieron el ejercicio de un «ocio saludable, divertido, diferente e inclusivo, porque está abierto a todos los públicos. Una oferta así es vital», concluyó Oihane Agirregoitia, concejala de Juventud y Deporte. El socialista Alfonso Gil volvió a calzarse las zapatillas y demostró estar en buena forma al cruzar entre los primeros la línea de meta, aunque se restó importancia. «Caminar, andar, moverse de manera saludable... Lo trascendente de este evento es el apoyo de un modo de vida sano y familiar».
Beatriz Marcos, la corporativa del PP que corrió junto a la socialista Yolanda Díez, tampoco faltó a una cita que juzga una «oportunidad fantástica» para solidarizarse con los afectados. «Somos muchas las personas que tenemos algún familiar con demencia», explicó. De ahí que Marian Díaz no ocultara su satisfacción por la colaboración desinteresada de «tanta gente», pese a que la mañana amenazó con descargar alguna que otra gota y dejar a muchos corredores en sus casas. Todo quedó en una amenaza. «La realidad ha resultado increíble por lo que ha hecho EL CORREO para una causa tan buena. El primer afectado de alzheimer siempre es el enfermo, porque pierde su dignidad, y eso es lo peor que le puede pasar a un ser humano. Pero los familiares sufrimos en silencio y muchos terminan tocados, ya que es una enfermedad muy larga», lamentó.
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Cientos de niños terminaron la carrera sudorosos, pero contentos hasta más no poder. No se les vio cansados ni con agujetas. Muchos se pusieron a bailar, a lanzar a canasta al ritmo de Bebe Rexha, sacudirse el esfuerzo comiendo galletas que repartían los voluntarios y esperando, con unas ganas que se les veía en los ojos, a ser los afortunados en el sorteo de cinco bicicletas. Un remate extraordinario para una fresca mañana que fue calentándose y en la que el activismo social corrió como nunca y dio 4.210 razones para pensar en cuál será el próximo objetivo de esta carrera solidaria.
A la conclusión de la carrera, Marian Díaz, todavía emocionada, desveló que dedicarán los 4.210 euros a seguir costeando el plan de formación para cuidadores de enfermos de Alzheimer. Reconoció que solo con sus recursos «no han podido llegar a toda la gente y mucha se ha quedado fuera del programa. «La enfermedad tiene dos caras: el enfermo y el cuidador. Es fundamental que este sepa de qué va esta patología y cómo comportarse en cada momento para evitar caer también enfermos ellos».
Estremeció escuchar a la presidenta de AFA Bizkaia al recordar el caso de su madre. «La enfermedad le afectó muy joven. Empezó con 52 años, se la diagnosticaron con 54 y murió con 72. Yo he sufrido la muerte de un familiar de cáncer al que tuvieron que amputar las dos piernas. Y, sin embargo, puedo decir que, verdaderamente, lo peor para mí ha sido vivir el día a día con una persona demenciada», confesó.
Por eso agradeció la altísima participación en una carrera a la que Arantxa Belaunde acudió con 'Júpiter', un 'border collie' de 4 meses, que se lo pasó en grande tras cruzarse con 'Lima', perra de la misma raza. «Están a todo y quieren pastorearnos a todos los que corremos», reconoció Arantxa, para alegría de Agirregoitia. «A esta carrera se apunta todo el mundo, sin importar con quién».
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