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El pasado 13 de julio el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, se manifestó frente al Palacio de Justicia junto con otro centenar de alcaldes de PNV y EH Bildu contra la sentencia del Constitucional que considera ilegal utilizar únicamente el euskera como lengua dentro ... de los Ayuntamientos. Allí blandieron las makilas. Este jueves, en el pleno municipal, el PP presentó una proposición en la que pedía instar al primer edil a «no usar los símbolos que a todos nos pertenecen para acudir a actos particularísimos de su partido y situarse además al frente de protestas políticas a las puertas de los tribunales de justicia». Los populares se quedaron solos.
El argumento de la portavoz del PP, Esther Martínez, fue que la makila «simboliza nobleza, justicia, autoridad», y consideró que ser utilizada en un acto como aquel «no representa a todos los bilbaínos». «Es una lástima la imagen que ha transmitido y que no haya sabido estar en su sitio», lamentó.
Hubo un debate algo subido de tono y al final de todo Aburto pidió no utilizar términos gruesos como, a su juicio, es decir que gobierna «bajo la sombra alargada de Sabin Etxea». También aseguró que no tenía intención de molestar a nadie con aquella protesta, como no la tiene cuando va con la makila a Begoña de dañar a quienes no tienen sentimiento religioso.
La explicación técnica del asunto la dio Gonzalo Olabarria, concejal de Gobernanza, en un tono duro y con abundantes ironías. Habló de Alfonso X, se remitió a episodios históricos, y fue al grano revelando que no hay normativa que regule el uso de la makila, más allá de que «compete en exclusiva a la Alcaldía» dónde utilizarla. Dijo no entender por qué el PP habla de acto «particularísimo» en relación a la protesta de julio, cuando fue «un acto público», y también se mostró sorprendido porque los populares mencionasen algo de «nacionalismo identitario» cuando «todos tenemos una identidad». Eso sí, lanzó a Martínez que quizás la suya fuese la «indisoluble unidad del Estado». La portavoz del PP lamentó que Olabarria «intente ser gracioso y no lo consiga», y él replicó que no pretendía ser gracioso.
Para María del Río, de EH Bildu, que el alcalde haya asistido a aquella protesta con la makila entra dentro del orden natural de las cosas porque «el euskera y los derechos lingüísticos no son cuestiones particulares» y, además, la postura de Aburto coincidiría, a su juicio, con «el sentir de la mayoría social».
Ana Viñals, de Elkarrekin, propuso que cuando el alcalde «se quiera pronunciar sobre cosas partidistas» antes de hacerlo, «por cortesía o decoro institucional», lo hable previamente con el resto de los partidos que forman la Corporación. No le gustó esto a Olabarria porque interpretó que supone «pedir permiso» a la oposición. Luego Viñals le aclaró que no, que es solo hablarlo o al menos informar, no pedir permiso.
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