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Bara N. confesó de forma «voluntaria y espontánea» el asesinato de su mujer, Maguette Mbeugou, en el momento de su arresto. Uno de los agentes que le detuvo en Mutriku el 25 de septiembre de 2018, un día después del crimen, ha explicado esta mañana ... en el juicio que se celebra desde el lunes en la Audiencia Provincial de Bizkaia que el único acusado les contó lo sucedido al preguntarle «cómo se había producido un corte que tenía en el cuello».
El ertzaina formaba parte del dispositivo movilizado para detener al sospechoso en la localidad guipuzcoana, a la que, les contó después, se había desplazado esa misma mañana tras coger «un autobús en Zabalburu». Según el agente, Bara N., al que interceptaron cuando «se estaba descolgando por una ventana» para huir de la casa de su amigo, donde se escondía, era consciente de que «su mujer estaba muerta» en su domicilio de la calle Ollerías Altas de Bilbao.
No precisó «cómo o cuántas veces» la apuñaló, aunque «narró que, sobre las seis de la mañana» del día anterior «dormía en una habitación con sus hijas –de 2 y 4 años– cuando su mujer se abalanzó con un cuchillo con intención de agredirle». Él, les dijo, «se zafó, le clavó el cuchillo a ella y la dejó en el suelo». En el Hospital de Mendaro les concretó que había abandonado varias armas blancas en una bolsa «en un contenedor de la calle Atxuri».
En las tres primeras jornadas del proceso judicial, agentes de la Ertzaintza y testigos han repasado las horas inmediatamente anteriores y posteriores al suceso (una vecina oyó «gritos», otra alertó al 112 al ver que las niñas permanecían toda la mañana solas en el descansillo...), pero también los meses previos.
Las sesiones anteriores del juicio
La trabajadora social de la víctima, que tenía 25 años en el momento de su muerte, aseguró el martes que vivía con «miedo». Sufría «maltrato físico, psicológico y económico», así como «insultos, patadas y golpes», y el 20 de septiembre, en la última cita que tuvieron, llevó el certificado literal de matrimonio para poder iniciar los trámites de separación. El siguiente encuentro estaba programado para el 27 de ese mes, tres días después de su asesinato.
También la médico de cabecera de la joven senegalesa declaró que en agosto, la última vez que la vio, «estaba muy angustiada, quería salir de casa ya, no quería esperar». Ella contactó con Servicios Sociales para intentar acelerar el proceso, pero estaban intentando que fuera «ordenado» -Maguette no dio signos de que lo necesitara con «urgencia»- para evitar que le retiraran la custodia de las niñas. Sin embargo, lamentó la facultativa, en ese momento relacionó «las amenazas con la posibilidad de perder a sus hijas» y no con que su paciente «temiera por su integridad física».
Arrancan ahora las pruebas periciales, con los informes y la comparecencia de los forenses que participaron en el levantamiento del cadáver y la autopsia, así como de agentes de la Ertzaintza de inspecciones oculares. Fiscalía y acusaciones particulares -el hermano de Maguette, la Diputación de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao-, que piden hasta 40 años de prisión, se apoyarán en estas pruebas para demostrar que «se aprovechó de su superioridad» física para «acabar con su vida» y «causarle sufrimiento», ya que le produjo más de 80 heridas antes de degollarla.
La defensa, por su parte, alega que actuó en defensa propia y rebaja la pena a 8 años de internamiento. El propio encausado dijo el lunes que actuó «en defensa propia». «Soy culpable, ha muerto por mi culpa», admitió.
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