«Los magos jamás engañamos, son los espectadores los que se dejan engañar»

- ¿Le hago un juego?

- Claro.

- Nómbreme una carta. ¿Cuál quiere? ¿El 4 de corazones, por ejemplo, que es fácil?

- Quite, que no me fío. El 8 de corazones.

- Dígame ahora un numerito, del 1 al 10, donde quiera que aparezca el 8.

- El 10.

- Cuenta '1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10'. ¿Es esta, no? Ja, ja. (Aparece el 8 de corazones). ¿Le he dejado con la boca abierta o qué?

- ¿Cómo lo hace?

- Con cuidado.

- ¿Es imposible que le pillemos los trucos?

- No es imposible, lo que pasa es que nuestra misión no solo consiste en engañar, sino en intentar ofrecer respuestas antes de que usted me hagas preguntas.

- ¿Falla alguna vez?

- Muchas. De hecho, me encanta fallar porque es cuando se trabaja de verdad.

- Pero entonces perderá credibilidad y, por tanto, trabajos.

- Una cosa es que falle y otra que te des cuenta de que he fallado.

- Esto a Tamariz no se lo haría.

- A Tamariz volvería a hacérselo y se lo he hecho mil veces.

- ¿No le descubrió, pese a ser un genio?

- Si engaño a Juan, engaño a cualquiera.

- ¿Qué papel juega la improvisación?

- Es el todo. A diferencia de cualquier arte, el de la magia necesita un espectador enfrente. Hay veces que te lleva por un lado, otras que viene con todo aprendido de casa y algunas que te cambia todos los planes. Ahí es cuando te obliga a improvisar.

- ¿Lo de menos en la magia es la técnica; lo de más es la ilusión?

- No. La magia es más psicología que técnica. Y la psicología no se ve.

- ¿La magia se aprende?

- Es 100% personalidad. La tecnica se aprende, pero otra cosa es cómo la desarrollas.

- ¿El gran truco es hacerlo todo con ilusión y nada por obligación?

- Claro. Sin emoción, no hay nada en la vida. Ningún truco funciona si no es emocionante.

- ¿Siempre logra el más difícil todavía?

- Tenemos que hacer que parezca que logramos lo más difícil cuando, en realidad, quizá es lo más sencillo. La magia se produce en la mente del espectador. No es por tanto lo que ve, sino lo que interpreta que está viendo.

- ¿Qué es lo más complicado que ha hecho?

- Ilusionar a mi madre y engañarla más que a Tamariz.

- ¿Nos engañan mucho?

- Entre el mago y el espectador se establece un conflicto intelectual con la particularidad de que el espectador sabe que le estás engañando. Si no, sería otra cosa, pero no magia.

- Cómo nos fascina que nos engañéis.

- Falsificamos la realidad con el único fin de que el espectador se divierta. Los magos nunca mentimos, jamás engañamos. Son los espectadores los que se dejan engañar.

- ¿Sienten que a veces no les tomamos muy en serio?

- No. Yo me siento muy querido. Quizá los payasos están por debajo de los magos. Somos muy suertudos en España. Gracias a Tamariz todo el mundo sabe lo que es la magia de cerca.

- ¿Por qué se dedica a esto?

- No he trabajado absolutamente en nada más en mi vida.

- ¿En serio?

- Yo no recibí la típica caja de 'Magia Borrrás'. Tuve la suerte de que mis padres me regalaron con cuatro años otro juego, la caja de 'Conjunto mágico de cartas'. Llevaba dos barajas y en la portada salía Juan Tamariz. Empecé con cuatro años, ahora tengo 44 y nunca he hecho otra cosa.

- ¿De verdad?

- Con 10 añitos mi madre me subía al autobús y, cada dos semanas, nos íbamos desde Estepona a Sevilla. Cuatro horas y media de ida y otras tantas de vuelta por aquellas carreteras de entonces para que el niño estuviera con maguitos.

- ¿Nunca pensó en dedicarse a otra cosa?

- No, no. ¿Para qué?

- ¿Se gana bien la vida?

- No me quejo. Estados Unidos, Corea, Francia... Quiero viajar menos. Hay años que he hecho hasta cinco países por semana. Ahora doy 'masterclass' a magos de Australia, Japón y Canadá en una villa muy grande, de 3.000 metros cuadrados, que compré en Estepona.

- ¿Nos toman a veces por tontos?

- Al revés. Si no hay una persona lista que nos intente pillar, no hay reto.

- ¿Todo se reduce a un truco?

- La magia es una cuestión de habilidades.