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Las colas para entrar en Mercabilbao son largas, pero van rápido. Borja Agudo

Una madrugada en la cola de Mercabilbao

Cientos de vehículos esperan cada día su turno durante más de una hora en las inmediaciones por los controles de aforo impuestos por el coronavirus

Jueves, 2 de abril 2020, 08:20

Mercabilbao es la despensa de Bizkaia, a la que cientos de empresas acuden cada día a proveerse de productos frescos que después despachan desde sus negocios por todos los municipios. Pero también es el almacén alimenticio de todo Euskadi y de otras comunidades, porque ... es el mayor centro de distribución de productos perecederos del norte de la Península, desde donde también se distribuyen contenedores cargados de diferentes productos al extranjero. Más de 1.000 personas trabajan en este recinto de Basauri, del que el Ayuntamiento de Bilbao es propietario en un 60%. El estado de alarma por el coronavirus ha obligado a interponer medidas de seguridad. Por ejemplo, los puestos de venta deben estar protegidos por una cinta para garantizar una distancia mínima. Desde el pasado 16 de marzo, primer día laborable bajo el estado de alarma, la Policía Municipal de Basauri puso un filtro de acceso y se controlan los aforos para evitar aglomeraciones, lo que provoca grandes colas.

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El horario de apertura es a las cuatro y media para pescado y marisco y a las cinco y media para frutas y verduras. Desde que se interpusieron las restricciones, los pescaderos tienen que madrugar más. Algunos llegan a las tres de la mañana y esperan en el polideportivo de Artunduaga hasta que la Policía les reconduce a la cola de acceso. Los vigilantes del mercado les reparten una tarjeta para controlar el aforo. Además, los comerciantes solo pueden estar una hora dentro de las instalaciones, lo que les lleva a encargar previamente, el día anterior, los pedidos por teléfono. Las colas son grandes, aunque depende del día. Los fines de semana, asegura el personal, son mayores. Han llegado incluso hasta la cárcel. Los comerciantes se lo toman con filosofía porque están costumbrados a levantarse antes de que cante el gallo para despachar y ganarse la vida durante años. A las 5 de la mañana, las fruterías esperan su turno después de que hayan entrado los pescaderos.

El dueño de la Carnicería Malak de la calle Gordoniz. Borja Agudo

«A mí me toca madrugar bastante, porque tienes un horario en la tienda con el que hay que cumplir. Llego a las 4, y espero en el polideportivo de Artunduaga. A las 5.30 entramos nosotros, los fruteros, y podemos comprar hasta las 6.30 horas, porque solo podemos estar una hora dentro», explica Rafa Jauregi, que abrió hace 20 años la frutería El Mercado en Mungia tras tener otra durante años en el Mercado de La Ribera. «Si puedo, me meto en la cama a las nueve. Llevo años viniendo aquí a diario», explica.

Antes del estado de alarma, madrugaba menos. «Me levantaba a las cuatro y media, pero ahora a las cuatro ya tengo que estar aquí para que me dé tiempo a llegar a la frutería a las siete y media y colocar las cosas», manifiesta. Realiza los pedidos por WhatsApp el día anterior o por teléfono. Tres cajas de esto, tres cajas de lo otro. «Hay artículos que llegan con peor calidad y, en cambio, otros con la calidad de siempre. Si algo te sale malo, pues lo tiras. Yo pensaba que iba a ser peor, pero no. Dentro, los chavales están dando el callo, te acercan todo enseguida para que te puedas ir pronto, tienes casi todo preparado, el incordio es la espera. La pasamos viendo vídeos: uno de pesca, otro de otra cosa...», explica antes de que le den paso.

Eliseo Ruiz llega a Basauri a diario para surtir la frutería Ruizal de Sestao. Borja Agudo

«Yo vengo también sobre las cuatro para poder entrar a las 5.30 horas», explica el regente de la Carnicería Malak en la calle Gordoniz, que también vende fruta y verdura frescas. Eliseo Ruiz, propietario de la Frutería Ruizal de Sestao, protegido con una mascarilla, lo lleva peor. «Ahora vengo a las cuatro y media o a las cinco, mientras que antes, llegando a las ocho, me daba tiempo a comprar todo». En determinados puestos, explica, «se hace el pedido por teléfono». Hoy se ha acercado a comprar «un poco de todo, porque la gente compra, sobre todo, cosas básicas como naranjas, tomates y patatas».

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Rafa Jauregi, propietario de la frutería El Mercado de Mungia Borja Agudo

El turno de las fruterías ya se ha completado y mientras los fruteros llenan palés en el interior, llega el segundo turno de las pescaderías. Son los que no han podido entrar en el primer turno o los que llegan más tarde porque les da tiempo a adquirir la mercancía que necesitan sin pegarse esos madrugones. Ricardo Cabañas, dueño de Congelados Acenomar, en el barrio de San Miguel de Basauri, explica que suele llegar a las 6. «Vengo más tarde y así me ahorro la cola, pero otros días son más largas que hoy. Antes esto estaba a rebosar, porque los vehículos parados llegaban hasta la cárcel. Lo de hoy no es nada», ha asegurado antes de entrar en las instalaciones. Detrás, más coches y furgonetas esperan.

«Yo ya tengo encargado, así que solo cargo y marcho. Ahora vengo más tarde para no venir a las tres de la mañana y esperar, porque el primer turno para el pescado es a las cuatro y media de la mañana. y si no puedes entrar, tienes que pasar después de los fruteros. Así que vengo más tarde para evitar la cola y consigo abrir a las 9, el horario normal», explica Aitor Murua, que tiene la Pescadería Edurne en Abadiño. Cuando la jornada termine, unos 300 comerciantes de fruta y unos 240 de pescado habrán penetrado en las instalaciones para abastecer a la población de productos frescos durante el confinamiento.

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