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«Siento vergüenza ajena». Al alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, se le agotó este domingo la paciencia. Tras un verano en el que se han sucedido múltiples botellones pese a las reiteradas peticiones de compromiso social por parte de las autoridades, el primer edil ... estalló al observar el parque de Doña Casilda arrasado tras una fiesta con un millar de jóvenes reunidos para beber alcohol en grupos. En pleno centro de la ciudad, sin medidas de seguridad y haciendo caso omiso a todas las recomendaciones sanitarias. Es cierto que esta zona se ha convertido en uno de los principales puntos de botellón durante la pandemia. Pero lo ocurrido la madrugada de ayer supera todo lo visto hasta ahora.
«¿Acaso necesitáis un policía detrás de cada uno de vosotros? ¿En vuestras casas os comportáis igual? ¿No respetáis ni vuestras cosas ni a vuestras familias o vecinos?», escribió Aburto en sus redes sociales. «Éste no es el camino a recorrer juntos para un Bilbao mejor», sentenció sobre unos hecho que calificó de «actitudes incívicas de ¿diversión?».
El alcalde arremetió con dureza contra quienes se dedican a «molestar a los vecinos, ensuciar nuestras calles y parques y saltarse el respeto a la autoridad». «¿A eso llamáis ocio nocturno? (...) Pensad en vosotros primero. Así podréis daros cuenta del daño que hacéis a los demás», añadió.
Los vecinos del entorno del parque de Doña Casilda denuncian que llevan tiempo «sin pegar ojo» y que los fines de semana se despiertan con un auténtico «estercolero». De hecho, los equipos de limpieza necesitaron ayer más de 5 horas para retirar los restos de bolsas de plástico, botellas y suciedad que quedaron desperdigados por el parque.
Pero el fenómeno ha ido in crescendo hasta llegar a lo sucedido la pasada madrugada. Hasta un millar de jóvenes, muchos de ellos menores de edad, se reunieron de forma espontánea. Paradójicamente, era la noche en la que las discotecas podían reabrir sus puertas. «A las diez y media, cuando cerrábamos, ya se veían venir a riadas de chavales con bolsas. Se sabía lo que iba a ocurrir», relataban este domingo por la mañana a este periódico las dependientas de la heladería del parque. «Pero no vimos a la Policía por ningún sitio. Es una vergüenza», se quejaban.
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Según fuentes internas, los mandos de Ertzaintza y Policía Municipal tomaron la decisión de forma consensuada de no intervenir para disolver el macrobotellón «por el riesgo que suponía». «Podía ser peor el remedio que la enfermedad». De haberlo hecho, muchos jóvenes habrían salido corriendo con peligro de caídas y avalanchas. Además, sin haber preparado un dispositivo policial con tiempo y con los efectivos policiales limitados con que cuenta la ciudad una noche de fin de semana, cualquier movimiento podría haber puesto en riesgo la integridad de los propios agentes, que llevan un tiempo sufriendo ataques con lanzamiento de botellas en este tipo de eventos.
La pregunta es evidente: ¿No se podía haber previsto que en un fin de semana aún veraniego, aunque ya pasadas las vacaciones, fueran a juntarse tantos chavales?
Segunda noche seguida de macrobotellón en Doña Casilda. Así es como se oye en un último piso... Ayer no he visto que pasara ni una sola patrulla de @Bilbao_Polizia pic.twitter.com/mef06hw9WF
ahibalaostia (@_ahibalaostia_) September 18, 2021
Ocurrió algo similar el pasado 3 de abril en Pozas durante la celebración de la primera final del Athletic, cuando incontrolados llegaron a quemar contenedores y a destrozar mobiliario urbano, y una chica resultó herida por un botellazo. Y también el viernes por la noche en la Complutense de Madrid, con una macrofiesta de 25.000 universitarios en la que la Policía también optó por no actuar.
Fuentes del área de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Bilbao aseguraban que la Policía «controló y vigiló la situación». De hecho, un agente resultó lesionado en un hombro al intentar reducir a un joven cuando participaba en un conato de pelea a las siete de la mañana. Los patrulleros pidieron a los jóvenes que abandonaran la zona.
Los vecinos se quejan, sin embargo, de que a las ocho de la mañana el parque «seguía estando petado». «Había seis patrullas de la Policía Municipal y una furgoneta de la Ertzaintza, pero no hacían nada». A partir de esa hora, los vehículos del servicio de limpieza empezaron a trabajar a destajo para dejar el parque transitable para el resto de los ciudadanos.
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