El aeropuerto de Bilbao batió en 2023 su récord histórico de pasajeros transportados en un año. Por 'La Paloma' pasaron 6,33 millones de viajeros, lo que supone superar el anterior registro (el de 2019) en más de 400.000 clientes, según el balance que ... se ha dado a conocer en la mañana de este lunes. El logro alcanzado tiene gran mérito si se tiene en cuenta que Loiu redujo casi a cero su volumen de vuelos durante la parte aguda de la pandemia. En solo tres años, el aeródromo vizcaíno ha pasado de la nada al todo.
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¿Cuál es el secreto de esta fuerte recuperación? 2023 ha sido un año en el que ha seguido creciendo el tráfico nacional (14,5%) pero sobre todo ha sido un ejercicio en el que los viajes al extranjero se han disparado, superando cotas nunca antes vistas en Bizkaia. Los enlaces con el exterior han experimentado un avance del 40,1%.
En total, el aeropuerto ha crecido un 23,5% con respecto a 2022, muy por encima de la media del resto de los aeródromos españoles (+16,2%). Y no sólo ha sido un salto cuantitativo, sino que también cualitativo. La conectividad de la que goza el aeródromo, con más de 60 conexiones durante la campaña estival permite a los vizcaínos volar de manera directa con un amplio ramillete de ciudades europeas y algunas africanas. Estar enchufado a los nodos o 'hubs' del continente permite también a los viajeros que salen de 'La Paloma' llegar a cualquier parte del mundo en dos saltos, haciendo solo una escala.
El año pasado, Loiu recuperó rutas que estaban de capa caída, como Londres, que ha crecido un 38% y vuelve a estar en el 'Top 5' de destinos (es el cuarto) tras dos años en los que el covid y el Brexit hicieron mucho daño a los viajes en avión entre ambas ciudades. Lo mismo se puede decir de París. El hilo directo con la capital gala ha incrementado sus viajeros un 47% y vuelve a estar entre los diez más utilizados.
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Las buenas noticias alcanzan también a la crucial ruta con Madrid. La conexión con Barajas sigue siendo la más usada. Un total de 716.455 personas se movieron entre ambos aeropuertos gracias a las operaciones de Iberia y Air Europa. Esta cifra supone un incremento del 22,4% con respecto a 2022. Supone crecer por encima de la media de los destinos domésticos, lo que evidencia que el viaje de negocios se está también recuperando tras el bajón del coronavirus y el auge del teletrabajo y las reuniones a distancia. Todo ello, en un contexto en el que el tren de alta velocidad ni está ni se le espera en el centro de Bilbao hasta, al menos, 2033.
Visto el récord logrado, caben varias preguntas: ¿Es el momento de la ampliación de las instalaciones? ¿Qué va a pasar en este 2024? ¿Se superará el listón de los 6,33 millones de usuarios? De la primera pregunta no hay nada aún a nivel oficial. Aunque lo que sí es cierto es que justo antes de la llegada del covid, a inicios de 2020, cuando Loiu venía de marcar justo un nuevo récord, con 5,9 millones de clientes en 2019, el Ministerio de Transportes admitió la necesidad de proceder a una expansión notable de las instalaciones. Sus responsables hablaron de una ampliación en condiciones, no de un parche temporal. Aquel plan quedó totalmente paralizado por la pandemia.
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Las perspectivas para este 2024 no son malas, pero ni mucho menos se espera un crecimiento como el de los últimos 12 meses. Los expertos están preocupados por varios factores. En primer lugar, la inestabilidad mundial. El negocio aéreo es muy sensible con respecto a los conflictos internacionales. No hay más que mirar a Gaza, Ucrania o Yemen. Y también está muy condicionado por los mercados internacionales, como el del petróleo.
Además, hay cuestiones internas. El deseo de volar sigue estando muy presente tras la pandemia. Las familias siguen considerando una prioridad las vacaciones y algunas empresas han comenzado a retomar la costumbre de desplazar a sus empleados por viajes de negocio. Pero no hay que olvidar que el momento económico es complicado. La bolsa de ahorro generada en las economías domésticas durante el virus y la disponibilidad de renta chocan ahora con la inflación y el incremento del precio del dinero, que ha disparado las hipotecas. Por todo ello, los analistas prevén un año inestable, de difícil predicción, aunque algunos se atreven a señalar que será un ejercicio plano o de un crecimiento muy leve. Para Loiu, igualar o superar ligeramente lo sucedido en 2023 sería otra gran noticia.
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