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Con 1.398 vuelos contabilizados desde el pasado 22 de marzo, la terminal de Loiu parecía ayer una interminable alfombra roja por donde desfilaron sonrisas de todo tipo. Tanto de viajeros que emprendían sus vacaciones -lo mismo jubilados del Inserso con destino a Huelva y ... Menorca, que adolescentes cántabros que pasarán los próximos siete días de «inmersión lingüística» en Dublín»- como del cerca de medio centenar de alemanes que aterrizaron con la idea de participar en una 'tournée' que les llevará los diez próximos diez días por Euskadi, León, Pamplona y Gijón, hincando el diente a platos suculentos y viviendo a cuerpo de rey, aunque también practicando senderismo.
La Termibus de Basurto se transformó también, desde primeras horas de la mañana, en un cruce de caminos para gente como Izan e Ibai, dos bilbaínos de 15 y 16 años, que cogieron un autobús con destino a Zaragoza para estar con unos colegas a los que han conocido 'online', como el grupo que volvía bien bronceado tras haber disfrutado los últimos nueve días buceando en aguas del Mar Rojo. «¿Miedo a los tiburones? ¡Hay mucha leyenda urbana con eso!», respondía Alfonso Machín.
La cuestión es no quedarse en casa. Todo el mundo parecía tener algún destino al que llegar... y regresar. Viajar se ha convertido en el gran pasatiempo para todo tipo de público, aunque sea para volver de nuevo este sábado. Lo hará la bilbaína Betsabe del Riego -«un nombre hebreo, bíblico y muy antiguo», señaló- que ayer a mediodía regresó a Pamplona, ya que hoy se incorpora al trabajo. Sin embargo, en cuatro días estará de vuelta para ver junto a sus hijos y nieto la final de Copa «y celebrar lo que se pueda», confía.
Matar la espera a besos
Los jovencísimos Kepa, de Getaria, y Naroa, de Zumaia, mataban la espera a besos antes de subirse al autobús tras haber pasado el fin de semana en la Casa del Mar de Santurtzi. «Salimos también por Portugalete, cenamos muy bien y poco más», expresó la pareja, algo cansada.
Los venezolanos Egardo y Wendy, en compañía de su hija Eliana, se afincaron hace tres años en Bilbao, pero hasta ayer no habían pisado Donosti. Al conocer cómo se las gastan en la capital donostiarra, salieron de casa con la comida «preparada» para no tener que almorzar en ningún restaurante.
«Si ahora a la mañana se ve trajín, a la tarde habrá aún más», advertía un miembro del grupo de seguridad de la estación, mientras hacía acto de presencia Machín y otros 16 compañeros del Club de Buceo Urtabi de la capital vizcaína. «Qué colores. Hemos buceado cuatro veces al día: empezábamos a las seis de la mañana, volvíamos a las once, regresábamos a las tres de la tarde y acudíamos, de nuevo, a las seis. Aguantábamos una hora en cada inmersión, lo que duraba la botella», explicaba Machín.
A la misma hora que algunos viajeros regresaban a Bilbao, los navarros Ricardo y Josune tiraban a toda prisa de sus 'trolleys' por las instalaciones aeropuertarias para situarse en la primera fila de los pasajeros que hacían cola con destino a Egipto, uno de los lugares de moda esta Semana Santa. «Hay que ver las pirámides», confesaron, además de disfrutar de un crucero por el Nilo y conocer El Cairo.
A mejorar el inglés en Dublín
Algo más cerca viajarán 24 escolares de 3º de la ESO del colegio Ría del Carmen, de la localidad cántabra de Camargo, para perfeccionar su inglés. Y, posiblemente, hacer algo más. «Iremos a jugar a alguna bolera», anunciaba Mario, que se erigió en el delegado de la expedición. «También les llevaremos al Museo Arqueológico de Bray», aseguró Kevin Botejano, uno de los profesores que les acompaña.
María Beni, una logroñesa residente en Barcelona, se acercó hasta Loiu tras pasar cinco días en Lamasón, un pueblecito situado en las inmediaciones de Liébana. «Veraneo siempre en Cantabria. Allí no hay ni cobertura. Es un lugar recóndito donde no hay nadie. Es lo que espero cuando voy. Sé lo que me voy a encontrar», confesaba en medio de una calma que contrastaba con el bullicio que transmitían Carmen Esteban y Alberto Alzorriz, un matrimonio navarro que voló a primera hora de la tarde a Huelva para descansar en Isla Cristina. «Es de lo poco que nos queda por conocer de Andalucía», detallaron. «Nosotras nos vamos a Menorca a relajarnos, hacer vida sana y comer, que es de lo poco que podemos hacer los del Inserso», bromeaba Begoña García.
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