El aeropuerto de Bilbao está totalmente desprotegido frente a un eventual ataque terrorista que utilice un coche o furgoneta como arma para atropellar a pasajeros en la terminal y sus alrededores o para hacer explotar un cargamento de explosivos mediante un conductor suicida. Esta es ... la conclusión de un reciente informe que se ha elaborado para paliar esta deficiencia y blindar el recinto con 220 bolardos antiterroristas. El documento, al que ha tenido acceso EL CORREO, advierte de que la terminal «carece de medidas de seguridad que eviten la intrusión de un vehículo y pueda ocasionar daños humanos y materiales» y señala que las defensas se instalarán en un plazo máximo de unos seis o siete meses. De hecho, se espera que las obras se inicien de forma inminente.
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La operación para habilitar un perímetro seguro en 'La Paloma' lleva un considerable retraso. En 2016, a raíz de los atentados de Niza (86 muertos arrollados por un camión) y Berlín (12 personas perdieron la vida en un mercado navideño), el Ministerio del Interior ya recomendó que las infraestructuras críticas fueran protegidas frente a esta amenaza. Unos meses después, en el verano de 2017, se produjo el atentado de Barcelona. Un comando terrorista mató con una furgoneta a 15 peatones en Las Ramblas. Fue entonces cuando la sociedad que gestiona los aeropuertos públicos españoles (Aena) elaboró un manual para que los aeródromos se tomaran muy en serio este asunto.
Desde entonces se han realizado mejoras en muchos de ellos, en Barcelona, Menorca o Málaga, por ejemplo. En Loiu, sin embargo, no se habían tomado decisiones hasta la fecha, pese a que el comité de seguridad local urgió a proteger la terminal diseñada por Santiago Calatrava con un nivel de seguridad 'alto', en el transcurso de una reunión celebrada el 30 de mayo de 2018, según consta en la documentación recabada por este diario. Ahora, dos años y medio después, Aena encara la recta final del proceso necesario para blindar 'La Paloma'.
La zona más expuesta a un posible ataque es el área de Salidas. Ubicada en la parte alta de la terminal, el lugar está protegido únicamente por 16 pivotes muy endebles. Un terrorista podría, incluso, acceder sin demasiados problemas al interior del edificio con un coche derribando las puertas automáticas de cristal. Fue lo que sucedió en marzo en Barcelona, cuando un conductor drogado (al parecer, sin fines criminales) se coló en la terminal 1 para sorpresa de las autoridades, que abrieron una investigación a fin de averiguar por qué fallaron las medidas de seguridad.
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En la planta baja, en Llegadas, sería algo más difícil. Desde que en 2011 se inaugurara la nueva zona de espera de los pasajeros, se eliminó el desnivel que existía y se habilitaron 11 barreras de protección. Sin embargo, estas barras metálicas no son suficientes, ya que no cubren todo el perímetro (la parada de Bizkaibus queda libre) y tampoco están homologadas para soportar la embestida de un coche a gran velocidad.
Y es que la mayoría de los bolardos que se instalarán en los próximos meses son de una contundencia y solidez probada. Los más robustos (pesan 200 kilogramos) están construidos en acero galvanizado de alta resistencia y son capaces de «parar una furgoneta o camión pequeño de casi dos toneladas y media a una velocidad de 80 kilómetros por hora». Se colocarán embebidos en el suelo, cada 1,40 metros de distancia, para garantizar que queda protegida toda la terminal. Por último, tendrán una altura superior a 90 centímetros para facilitar que el obstáculo sea visible para el peatón. «El objetivo principal es evitar que un vehículo pueda entrar en la acera junto al edificio terminal u otras instalaciones del aeropuerto».
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La colocación de bolardos se complementará con la disposición también de dispositivos o 'guardias tumbados' en los accesos para conseguir que los automóviles reduzcan su velocidad. El operativo costará 425.000 euros y debería estar listo antes del próximo verano.
Una vez más, el singular diseño de Santiago Calatrava vuelve a ser un quebradero de cabeza para el aeropuerto de Loiu. La zona de Salidas está construida a modo de voladizo por lo que no puede sobrecargarse. Por este motivo se instalarán bolardos más livianos que en Llegadas, de 130 kilos, en lugar de 200, pero capaces de detener a un coche de 1,1 toneladas que embiste a 65 kilómetros por hora. Se colocarán 105, lo que equivale a 14 toneladas. Por este motivo hay que aligerar la estructura ideada por el arquitecto valenciano porque «en cuanto a cimentación es un condicionante en la instalación de las barreras».
De esta forma se tendrán que eliminar tres pasos de peatones elevados, cuyo peso supera las 100 toneladas. Además, habrá que pretensar el voladizo y realizar «un estudio ultrasónico» para averiguar cómo se encuentra esta estructura y sus partes metálicas interiores.
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