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A Álvaro Agirrezabal ayer le quemaba el móvil. No paraba de hacer llamadas intentando arreglar el desaguisado que le ha provocado la cancelación de su vuelo a Madrid, con lo que ha perdido la conexión a Sao Paulo, donde le esperaban unas merecidas vacaciones. «Me ... llevan en autobús a la capital y no sé cómo voy a llegar a Brasil porque solo me han dado unos teléfonos donde contestan que no tienen personal suficiente para efectuar ahora el cambio de los vuelos», lamentaba este vitoriano de 30 años. Su padre Enrique también mostraba su malestar, sobre todo porque la aerolínea, Iberia, no les había avisado. «Todo estaba bien, hemos dejado a Álvaro en la zona de embarque e incluso habíamos salido ya del parking con el coche cuando nos ha llamado para que volviéramos», se lamentaba.
David Rodríguez lo atestiguaba. «Estábamos delante del finger para entrar en el avión, que salía a las 9, y nos han sacado en el último momento», explicaba este bilbaíno que volvía a Fuenlabrada a continuar sus estudios de aeronáutica tras pasar el día festivo con la familia. «Tengo clase a primera hora y, si no duermo llego, pero igual me lo tomo con tranquilidad, que el viernes -por mañana- tengo examen».
Sin vuelos hasta el domingo
Fernanda Carvalho también esperaba en la cola del autobús a Madrid, aunque ella se lo tomaba con filosofía: «Ya me han cancelado vuelos otras veces». Vive en Santander y también va a Brasil a visitar a sus allegados, pero aseguraba que, «cuando lleguemos nos garantizan un hotel y mañana lo arreglaremos todo».
También resignada se mostraba Julia Muntufar, que regresa a Honduras después de visitar a sus hijas en San Sebastián. «Me han dicho en Air Europa que igual tengo otro vuelo para el domingo, pero no sé cómo voy a dormir y comer hasta entonces; espero que se hagan cargo», subrayaba.
Quien tenía un humor de perros era Alain Sierra, al que tuvieron «hora y media sentado en el avión» que le iba a llevar a Mallorca con su pareja «ya al final tener que bajarnos». «Me tienen que dar una buena solución porque no me pueden estropear las vacaciones», protestaba.
Quien sí respiraba tranquilo era Javi López tras salir del avión que le trajo de Barcelona. «Nos avisaron de que sería un aterrizaje con turbulencias y así ha sido, hasta el punto de que todo el pasaje -el avión estaba completo-, hemos aplaudido al tocar tierra». El piloto tuvo que cambiar de trayectoria para aterrizar en Loiu, «y en estos casos de fuerte viento sur lo que hacen es salir al mar y volver a entrar desde Castro para entrar de cara al aire y así reducir las dificultades», explicó, aunque confesó que en el último momento los «baches y balanceos fueron muy fuertes».
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