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JOSÉ DOMÍnguez
Domingo, 23 de diciembre 2018, 18:55
Todo el año desaparecido en el monte, pero vaya si merece la pena. Es una auténtica gozada descubrir que cada vez le quieren más a uno. Y el Olentzero se confiesa encantado porque este domingoe lo ha podido comprobar en primera persona en la ... kalejira que ha protagonizado en Bilbao para dar por inaugurada oficialmente la Navidad. Un detalle que, reconoce, le gusta tener con todos los vizcaínos antes de iniciar su agotadora gira para llevar regalos a todos los hogares. Y que ha sido correspondido como nunca por miles de niños, padres y abuelos en una de las citas más multitudinarias que recuerda la organización para recibir al popular carbonero y a su ya inseparable compañera, Mari Domingi.
«¡Olentzero, Mari Domingi, salid ya!», se impacientaban Pablo, Beñat, Aratz y Aroa. Equipados con flautas y tamboriles, habían convencido a sus aitas para que les trajesen desde Zalla. Uno de ellos, Urko Pereda, reconocía que «les encanta venir y como otras veces nos poníamos más lejos, hoy están como motos».
«¡Mira Irati, que nos está mirando por la ventana!», ha advertido emocionada Paula a su pequeña frente al hotel Carlton. Dentro, Olentzero observaba sonriente a la multitud mientras repasaba su último informe sobre los niños vascos. «Se han portado muy bien y tienen que estar tranquilos porque a todos les voy a llevar algo. ¡Aunque ya me enterado de que el Gordo de la Lotería ha dejado un buen pellizco por aquí y a algunos no les haría tanta falta», bromeaba. Su mensaje, como todos los años, ha sido de felicidad, aunque ha dejado entrever cierta preocupación «Esta juventud... Nada de bullying y diferencias entre sexos, todos somos iguales y hay que ser buenos con ellas», ha reclamado.
Su aparición en la plaza Moyua ha sido apoteósica. La propia Mari Domingi se mostraba sobrecogida al ver el aluvión de incondicionales que se desgañitaban coreando sus nombres antes de montarse en su gigantesca oca para poner en marcha la comitiva. Junto a ella, decenas de galtzagorris, los duendes del bosque que ayudan al carbonero a preparar todos los regalos durante el año y a repartirlos esta noche, saltaban de un lado a otro contagiados por la euforia colectiva y con la misión de recoger las cartas de los pequeños más rezagados.
La primera en entregársela ha sido Aroa, tan impresionada a sus 4 años que se «ha quedado muda y no sabía qué hacer», bromeaba su madre Amaia, que la traía por primera vez desde Etxebarri. El espectáculo, con la impresionante figura del Basajaun, las bengalas y los dantzaris del grupo Gaztedi Dantza Taldea, ha deslumbrado a las miles de familias que se agolpaban a ambos lados de la Gran Vía y que no le tuvieron en cuenta el retraso. Así lo ha reflejado la cara emocionada del pequeño Liher, que esperaba pacientemente desde las cuatro y media junto a su ama, Estibaliz Tamayo, para hacerse un sitio en primera fila.
En la plaza del Arriaga, no cabía ni un alfiler. La expectación era máxima, aunque también la preocupación de la pequeña Libe, de 3 años, y de su hermano Unax, de 7. «Se les ha olvidado la carta en casa y la están escribiendo ahora a toda prisa, para dejársela al Olentzero en el buzón, porque hasta mañana no recibe», bromeaban sus aitas, los bilbaínos Ainhoa y Javi. A su llegada, el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, le ha entregado las llaves del teatro para que pasase allí la noche y descanse bien ante la dura jornada de reparto que le espera la noche del lunes.
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