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Borja asoma tras una bobina de acero en las instalaciones de la ACB, con el horno alto 1 en restauración al fondo. SERGIO GARCÍA
«Jugaba en la ría y sabía que acabaría aquí»

«Jugaba en la ría y sabía que acabaría aquí»

Una ría y diez oficios ·

Borja Maestre | Metalúrgico

Sábado, 1 de junio 2019

Dos mañanas, dos tardes, tres noches y librar dos días. Así hasta completar 1.640 horas al año. Borja Maestre, 41 años, trabaja en la ACB desde 2004, el gigante metalúrgico que se extiende dos kilómetros desde La Benedicta hasta La Naval, el astillero convertido ahora en una ciudad fantasma. Técnico de mantenimiento eléctrico, su rutina es parecida a la que regía los destinos de su padre cuando estos terrenos pertenecían a Altos Hornos, el que fuera motor industrial de Bizkaia durante un siglo. Pabellones inmensos donde se suceden trenes de laminación de bandas en caliente y de decapado y almacenes en los que se amontonan cientos de bobinas de acero. «Vivo en Lamiako, frente a la acería, y ya de pequeño, cuando jugaba en la ría, sabía que acabaría aquí», dice Borja bajo la canasta que recuerda la huelga de 2016, cuando pararon siete meses.

La planta produce 30.000 toneladas al mes -llegaron a ser 1,8 millones al año en 2007, «más de lo que Altos Hornos hizo jamás»-. La fábrica llegó a contar con cinco turnos de trabajo al día, «aunque ahora son tres: noches y fines de semana», explica Borja. ¿Por qué? «El precio de la energía es más barato» y en un negocio como éste, donde cualquier oscilación en el precio de la chatarra que marcan los turcos puede devorar los márgenes de beneficio, cada céntimo del kilovatio hora importa. La factoría conserva sus fortalezas, «la más importante su proximidad al puerto y la existencia de una vía férrea que comunica a ambos, ya que el transporte de bobinas por carreteras es muy costoso». Y por supuesto la ría, «que aquí es navegable, asunto crucial cuando gran parte de la chatarra que alimenta los hornos llega desde el extranjero».

«Se trabaja de noche y los fines de semana porque el precio de la energía es más barato»

Borja creció viendo a su padre llegar a casa «después de trabajar en las coladas, cuando convierten la chatarra en acero líquido y luego a este le dan la forma de planchón, que laminan, enfrían y bobinan». Un trabajo duro, pero «más automatizado que antes». Arcelor Mittal Sestao produce también aceros especiales, de gran dureza y destinados en gran parte a la industria de automoción alemana. En esta ciudad del hierro trabajan 300 personas -Altos Hornos llegó a contar con 14.000 en su momento de mayor pujanza-, dos terceras partes en planta y el resto en departamentos de I+D y oficinas.

Las grúas llenan las cucharas que alimentan los hornos con toneladas de chatarra. Esta llega en barcos hasta los muelles que se extienden frente a la vega de Lamiako, sometida al influjo de las mareas. El paseo está cubierto de montañas de escombros y hierros retorcidos, mientras al fondo asoman cabizbajas las grúas pato de La Naval. «Somos más eficientes que antaño, pero se ha perdido mucha especialización. Antes había soldadores, caldereros, ajustadores... ahora todo lo hacen los 'mecánicos'. Fíjate en mí, el eléctrico engloba ahora a los instrumentistas de antaño, los electrónicos, los de alta tensión... ¿Que no hay condiciones para que arranque el tren de laminación? Pues me llaman a mí, soy como el médico al que dices 'me duele aquí'». Y él te cura.

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