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«Si es que yo ya me he puesto tantas vacunas en mi vida, que una más...». Juanita Fernández Guerra sonríe mucho mientras espera a que las sanitarias de Osakidetza le den el rápido pinchazo que la protegerá contra el coronavirus. Cuando la aguja ... entra unos milímetros en la piel, quien sabe por qué, los ojos se le vuelven vidriosos y a su alrededor mayores y sanitarios se emocionan. Son las diez de la mañana y estamos en la residencia Ercilla, en la calle Zumaia, cerca del parque Etxebarria. «Aquí no ha entrado el Covid. Hubo un par de sustos en el entorno pero no llegó a los residentes. Sé que hemos hecho las cosas bien, pero también que muchas residencias las han hecho exactamente igual y ha entrado. Hay un factor de suerte que no podemos obviar», explica la directora, Mónica Pariente. «Se vacunarán hoy 17 residentes y 24 usuarios y los trabajadores todos, una veintena». Además de aquí, Osakidetza reparte hoy vacunas en dos centros de Barakaldo -Santa Agueda y Clece Vitam- y la que tiene el Grupo Orue en Amorebieta. La lista varía constantemente con cambios de última hora. Kirikiño, que dispone también de centro de día, lo hará mañana. Es la reanudación de una campaña que se inició el domingo en Elorrio y que tuvo un parón obligado de 48 horas por el retraso en la llegada a España.
«Estoy acostumbrada porque me pongo la de la gripe todos los años. Esta es nueva. Bueno, no sabemos qué pasará. Creemos que irá bien», cuenta Juanita. La acompaña su amiga y compañera de habitación, María Teresa Eguia, que se alegra de que «estamos todo el día charlando juntas, menos cuando nos vamos a la cama, entonces a dormir». «Hay que hacer muchos esmeros para llegar a los 102 años. Pero, a la larga, te das cuenta que unos llegan y otros no», analiza Juanita. «Aquí no hemos vivido la pérdida de nadie y eso les ha venido muy bien anímicamente. Cuando nos den la segunda dosis, dentro de un mes, no evitaremos un contagio pero sí lograremos que la incidencia sea leve y que las consecuencias en la residencia no sean tan importantes», valora.
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Los sanitarios de Osakidetza se trasladan media hora después al centro de día, que está en una calle paralela. Carmen Salcedo tiene 91 años. «Si es para bien, adelante. El hijo me ha dicho que me la pongan en el hombro derecho porque en el izquierdo me están dando unas inyecciones», apunta. Ha pasado estos meses «angustiada por lo que está pasando y sin poder ver a los nietos y bisnietos que están en Cataluña. Hablamos a diario y eso ayuda mucho. Saber que mi familia está bien, esa es mi prioridad». Vecina de la zona, lleva tres años viniendo al centro. «Hay que ser positiva siempre, yo eso me digo».
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