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Ricardo Franco es presidente de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao y jefe de sección de Medicina Interna en Basurto. A sus casi 70 años le ha tocado vivir el coronavirus a los dos lados de la cama. Como facultativo y como enfermo en ... una de las camas del hospital en el que trabaja, experiencias ambas que le han marcado. Hoy ofrece una charla dentro de la XLVII Semana de Humanidades organizada por la institución que preside.
- ¿Cómo recuerda aquellas semanas de marzo y abril?
- Cuando se declaró el estado de alarma en Basurto ya teníamos el pabellón Revilla lleno. Era una enfermedad de la que no sabíamos nada. El primer protocolo de atención a estos pacientes enviado por el Ministerio era empirismo puro. Se empezó a administrar, por analogía, los mismos remedios que ya se aplicaban en otras viriasis similares como eran el ébola, la Caletra para el sida, la famosa hidroxicloriquina, luego llegó el rendesivir. Aplicamos aquellos protocolos y nos dimos cuenta de que no salvaban vidas, sino que producían más efectos secundarios. Arritmias catastróficas. Cuando vimos que no funcionaban los quitamos, pero nuestras conciencias están dañadas.
- ¿Qué ha cambiado?
- Hemos aprendido mucho. Vimos que el tratamiento que mejor funciona era el que permitía a la gente salvar ese compromiso respiratorio hipoxémico de saturación de oxígeno que los llevaba a las UCI. Era un problema de oxigenación, no de respiradores. Ahora el tratamiento hospitalario es muy sencillo. Paracetamol para la fiebre, eparina como anticoagulante, oxígeno y corticoides para el que lo necesita. No ha sido mi caso.
- ¿Espera que se repitan situaciones de tanta presión asistencial en los hospitales?
- No. El sistema está funcionando. El rastreo es inmediato.
- ¿Cómo ve la evolución de la pandemia?
- El coronavirus ha venido para quedarse. Esta segunda ola es numéricamente mayor que la primera en casos, pero no nos ha cogido desprevenidos. Nadie puede quejarse en ningún hospital ni centro de salud que no tengamos las correspondientes EPIs. Estamos protegidos.
- ¿Cómo es el perfil del paciente que les llega ahora por Covid?
- Los pacientes que nos llegan ahora tienen cuadros más leves. Las hospitalizaciones son más cortas, la gente se recupera mejor, hay una menor demanda de UCIs y menos mortalidad. La primera oleada se ha llevado a muchísimos ancianos. Todos los virus son depredadores. Lo mismo la gripe. Los pacientes más graves siguen siendo los que tienen morbilidades, los pluripatológicos, diabéticos, hipertensos... Gente que ya estaba muy delicada y el coronavirus los ha rematado. Pero los ha contagiado el nieto o los cuidadores de la residencia.
- Es muy crítico con el papel de los jóvenes en esta pandemia.
- La irresponsabilidad que demuestran algunos ciudadanos frente a lo que son ortodoxos comportamientos para evitar la transmisión del virus no se considera desde el punto de vista penal como una negligencia y me parece que es algo a discutir.
- ¿Por qué cree que han aumentado los casos en jóvenes?
- Por los botellones y porque entre los jóvenes el virus debería estar considerado una enfermedad de transmisión sexual. Y no porque se infecten por el coito. Se lo transmiten a través de los besos. Yo les diría 'jóvenes tener relaciones sexuales, pero no cara a cara, poneos la mascarilla'.
- ¿Qué le parecen las nuevas restricciones que va a aplicar Salud para contener los contagios?
- Absolutamente correctas. Cuando epidemiológicamente ocurre una cosa de estas hay que separar, que confinar (a los infectados). La pena es que desde un principio no hubo test. Todo lo que se está haciendo desde el punto de vista de la contención es correcto y eficaz. Todos los focos salen de reuniones, botellones, celebraciones familiares...
- ¿Ve necesario comenzar a aplicar confinamientos perimetrales como ya hacen otras comunidades vecinas?
- Nos lo van a decir los datos. Estamos en un momento en el que no puedes permitir 500 casos por cada 100.000 habitantes, como tuvo Madrid. Llega una porcentualidad en la que hay que confinar. Tienes que saber rastrear y ver la cadena de contagios. Y proteger a los más vulnerables. Debe ser así hasta que tengamos la vacuna. Hasta entonces solo podemos utilizar las medidas clásicas y efectivas para protegernos.
- La Academia dedica esta semana a la humanización de la asistencia sanitaria. ¿Por qué?
- La alta tecnificación de la medicina ha convertido al paciente en un sujeto a estudiar, en lugar de un objeto a cuidar. Y la Covid nos ha traído incomunicación. El enfermo lo que quiere es hablar contigo, transmitirte sus temores, sus emociones. Es un ser necesitado y resulta que ahora está más tiempo con el personal auxiliar y las enfermeras que con el facultativo. El médico le dedica poco tiempo, justo para preguntarle por qué ha venido. Esto es como una fábrica. La humanización de la medicina, de la que trata la semana de este año, se refiere a acompañar al paciente de la mano durante todo el proceso.
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