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«Me preguntaba una amiga si no he tenido la tentación de salir corriendo ante este nombramiento. Un poco de miedo sí ha habido, la ... verdad. Ser obispo en esta tierra, en medio de lo que algún hermano en el episcopado ha calificado en tono jocoso como 'levantiscos' vizcaínos, va a ser interesante. Se dice, no sé con qué verdad, que en el señorío de Bizkaia nunca hubo siervos y siempre hombres y mujeres libres. Me consta que entre nosotros existen tantas opiniones fuertes como personas y alguna más, y ciertamente no abunda en esta tierra la disposición a aceptar indicaciones ajenas, sobre todo las que llegan de alguna 'autoridad constituida'. Serán tópicos, pero apuntan algo de verdad». Escogió Joseba Segura estas claras palabras en el altar de la catedral de Santiago durante su toma de posesión este sábado como nuevo obispo de Bilbao. Fue un acto sin aglomeraciones, con 300 asistentes por las restricciones de aforo, y que despertó las quejas de algunos vecinos que habían hecho cola sin saber que era necesario reservar cita previa. «Me he levantado a las seis y media para venir desde Basauri y me tengo que ir a casa», lamentaba la primera mujer de la fila. «Entendemos los aforos, pero se debería hacer por orden de llegada porque es el obispo de todos los vizcaínos», reclamó Francisco Javier Gorostiza, que también se quedó fuera.
Uno de los momentos más emocionantes de la ceremonia religiosa llegó cuando se pronunció por primera vez su nombre como nuevo obispo de la villa, a las 11.20 horas. Una prolongada ovación, con los fieles en pie y las campanas doblando, emocionó a Segura, seguido de cerca por la atenta mirada de su hermanos, cuñadas y sobrinos, que tomaron parte en las lecturas. Nacido en Bilbao y tras una carrera eclesial de corte social y pegada a la calle, el nuevo mandatario de la Iglesia sabe que «aquí la participación está asegurada. Mantener la comunión resultará un poco más trabajoso, pero procuraremos no olvidar que en la Iglesia todo es para llegar a más gente y potenciar la misión o no tiene mucho sentido», expresó. Juega con una ventaja y es que conoce bien el terreno. Es un obispo 'de la casa' que se mueve cómodo entre los saludos en euskera al llegar al templo. «Nombrándome a mí, alguno ha visto al Santo Padre poniendo en práctica aquello de que 'no hay mejor cuña que la de la misma madera'. Gracias Papa Francisco por la confianza», afirmó.
Sobre el nombramiento
Su postura
A su llegada a la catedral tuvo lugar una anécdota. Segura y el nuncio apostólico en España, Bernardito Auza, llegaron en coche unos minutos antes de la hora marcada y no figuraba allí todavía el alcalde de Bilbao, que estaba previsto que lo recibiera. Con paso acelerado, Aburto se abrió paso hasta ellos y se saludaron cariñosamente.
Durante la homilía, «breve como prefiere el Papa», reflexionó sobre «la autoridad moral» y abogó por «no enredarnos en análisis negativos sobre la situación social o las debilidades de otras personas o grupos». A su juicio, no se trata de «poner demasiada energía en señalar las contradicciones y debilidades de otros, los signos de ignorancia, la desintegración de convicciones humanistas y los peligros varios», sino que toca «hacer propuestas con convicción». «Hablemos con autoridad, pero evitando la impresión de que intentamos defender privilegios. Pongámonos en el último banco, dispuestos a servir desde allí a los que necesitan afecto o apoyo», pidió. Ese último banco dice mucho de Segura. Los que le conocen saben que muchas veces lo prefiere, que más de una vez ha habido que llevarle hasta la primera fila en sus grandes citas. «Hoy no estoy nervioso. El día de mi ordenación sí que lo estuve, porque todas las miradas se centraron en mí, pero hoy no. Creo que me he ido acostumbrando», confesó antes de arrancar el oficio religioso y acercarse a saludar, con gran cercanía, a los periodistas reunidos en el claustro.
En sus emotivas palabras desde el altar, dio las gracias «a los obispos que me han precedido en Bilbao y nos acompañan hoy». A «Juan Mari», en alusión a Juan María Uriarte, «que hizo que cambiara mis planes tras una clase en la que apareció en Escolapios». Sobre su antecesor, Ricardo Blázquez, contó una confidencia. «Me has dicho recientemente que lo pasaste muy bien en Bilbao», aunque quizá «hayas olvidado pronto los sinsabores para quedarte solo con las cosas buenas». A su predecesor, Mario Iceta, le agradeció «que haya confiado en mí sin conocerme, gran temeridad, y por la cercanía y afecto. Tal vez hasta tienes algo que ver con lo que celebramos hoy aquí. Ya se sabe: está la voluntad de Dios y los mediadores». Iceta cabeceó dando las gracias y sonrió.
Ver fotos
Acudieron 26 obispos, arzobispos y cardenales, 60 sacerdotes, representantes de otros credos y y el presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, entre otros. Tras el 'Begoñako Andra Mari', Segura abrazó Juan Mari Aburto, a la presidenta de las Juntas, Ana Otadui, y al subdelegado del Gobierno en el País Vasco, Vicente Reyes. Después se dirigió a hermanos y sobrinos. Pero no se quedó ahí. Se detuvo en cada uno de los bancos para saludar y dar las gracias. En la calle le esperaban amigos, vecinos de Otxarkoaga, donde fue párroco, y compañeros de faena mezclados con turistas sacando fotos. Zorionak Joseba!», le gritaron al abandonar la plaza en un coche conducido por el deán.
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