Una quiniela muy bilbaína

Llegué tres minutos antes de lo acordado. Desde la terraza de un bar me saludó un señor. No habíamos acabado de estrechar las manos cuando llegaron otros tres. Puntualidad botxera. José Mari Echevarrieta Inchausti, su hermano Alberto Ignacio, Javier Solaun Araquistain y Paco Lezama Fernández. El primero y el último eran la razón de que estuviera allí. Pero fue un placer compartir el aperitivo con los otros dos que, además, aportaron detalles. José Mari arrancó el relato y nos llevó hasta 1991. Por entonces trabajaban en Busato, una conocida empresa de automoción ubicada en Mungia. La historia de su propietario, que incluye amores, princesas y maridos despechados, también merecerá otras líneas.

Pero hoy volvemos a la de estos amigos. Un tal Txomin Mintegui Larrosa era el vecino del piso de abajo de Paco. Y le encantaban las quinielas. Lo normal para él un domingo, por entonces solo un partido se jugaba el sábado, consistía en rodearse de cinco transistores para escuchar la jornada, mientras disfrutaba de su puro y su café dominical. Viendo que no se le daba mal, decidió convencer a más gente para apostar junta y tener más opciones. Así nació la Peña Mallona, compuesta por unas 18 personas. Txomin, por ser el cerebro y el encargado de rellenar los boletos, se llevaría el 10%. El resto el 5%.

Apenas habían pasado unas semanas cuando recibieron la gran noticia. Eran millonarios. José Mari ríe al recordarse aquel domingo 19 de mayo de 1991, escuchando a José María García cerrando el programa con una frase que jamás olvidarán: 'Un avispado jugador de Bilbao ha sacado los dos boletos ganadores de esta semana'. Porque fueron dos quinielas de 14, más el complementario. Traducido a dinero 114.405.821 pesetas. No hace falta decir que nadie durmió esa noche. Paco todavía cree escuchar el teléfono fijo de casa, no había otro, sonando sin parar. Al día siguiente hicieron las cuentas. 5.720.291 pesetas para cada uno, salvo Txomin que se llevaba el doble. Tocaba cobrar. Aunque llevó su tiempo. Por fin el 10 de junio Mintegui presenta los boletos en la BBK de Mamariga en Santurtzi, al día siguiente recibe un talonario con la totalidad del premio y lo reparten. Más celebración. Pero alguien dice eso tan botxero de 'no hay un par para repetirlo'. Y el cerebro entra al trapo. 'Podemos intentarlo. Aquí se acaba la Liga, pero en Italia no'.

Costó poco convencerlos. Decidieron apostar entre todos medio millón de pesetas. El problema era ir al país transalpino. Nadie quería o podía en ese momento. Así que optaron por Javi Losa. Un amigo y taxista de Galdakao. Él podría ir a Italia para rellenar y sellar las quinielas. Tras la perplejidad inicial, aceptó. Llegó tan pronto a San Remo, fue ese el sitio elegido como pudo ser otro, que la administración estaba aún cerrada. Al contarle al lotero sus intenciones, por cierto sin saber italiano, se negó. Pero viendo la cantidad trasladó, sin rechistar, los resultados de Txomin a los boletos.

Se preguntarán qué pasó. Un contacto en Italia les llamaba cada cierto tiempo. En el descanso tenían el pleno. Al terminar la jornada fallaron dos. No pudo ser. Pero jamás se arrepintieron. Unos siguen y otros ya no están. Como Txomin, que falleció en 2018. Pero el recuerdo sigue vivo. Tanto que aquí lo he traído. Cuando nos despedimos en el metro, y cada cual se bajó en una estación, quedamos en volver a hablar. Porque tienen más historias. Pero esas las contaré tras compartir con ellos el próximo aperitivo.