Janire Bilbao: «En Angola no existe la depresión, nadie tiene tiempo»
Propietaria de la galería Mov’Art en Angola ·
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Propietaria de la galería Mov’Art en Angola ·
Esta bilbaína licenciada en Derecho llegó a Luanda por un trabajo de tres meses y lleva más de seis años en el país africanoLEIRE FERNÁNDEZ
Lunes, 2 de abril 2018, 00:16
Janire Bilbao hace honor a su apellido, ya que lleva su ciudad natal allí donde va. Esta licenciada en Derecho se dio cuenta pronto de que su futuro debía forjarlo en el extranjero y, tras un tiempo trabajando en una empresa, obtuvo una beca de Comercio Internacional del Gobierno vasco. «Esto me abrió los ojos al mundo y a los negocios internacionales por los cuales siempre había tenido un interés especial. Un poco fui forzada por causa de la crisis a buscarme la vida fuera de casa dado que las condiciones laborales por entonces estaban muy complicadas en Euskadi», recuerda Janire.
En octubre de 2011 le surgió la oportunidad de realizar un reportaje de publicidad como ‘freelance’ en Angola y lo que en principio iba a durar 3 meses se ha convertido en 6 años. Algo en lo que el amor ha tenido un papel fundamental. «Aún recuerdo montarme en aquel avión camino a África, sola, sin hablar portugués y sin saber si sería capaz de hacer un trabajo que no conocía en un país que me era extraño. Las lagrimas corrían por mis mejillas del miedo... pero a la vez sentía algo dentro de mí que me impulsaba a seguir adelante y salir de mi zona de confort», afirma.
Angola ostenta el triste título de ser la nación con el conflicto armado más largo del continente africano. Desde la guerra de la independencia que se prolongó de 1961 a 1974 y con la guerra civil de 1975 a 2002, son más de 40 años de contienda. Algo que se aprecia en las calles y en el día a día de los angoleños. «Diariamente lidias con problemas de luz y agua, falta de piezas para coches, maquinaria y escasez de productos básicos… causado principalmente por la caída del precio del petróleo y la falta de divisas. Es un país cuyo PIB es casi exclusivamente proveniente del petróleo e importador de todos los bienes y servicios, dado que durante los años de guerra civil se destruyó cualquier ciclo productivo y se acabó con toda la transferencia de información y tecnología de padres a hijos. Esto hizo que la población del país casi exclusivamente se concentrara en Luanda huyendo de la guerra…», describe Janire.
Y visto el resultado no se equivocaba. «La decisión de ir fue por trabajo, pero me enamoré del país y de un francés al que conocí a los tres meses de llegar. También creé mi propia empresa, una consultoría artística, Mov’Art, que busca ser una plataforma para dar a conocer el arte contemporáneo africano por todo el mundo. Han pasado ya seis años desde que llegué, y aunque hubo momentos muy duros, la verdad es que el balance no podría ser más positivo».
Aunque Janire ya había vivido en otros países como Grecia, Suecia, Inglaterra o México, adaptarse a un país como Angola no fue fácil. «Lo más duro fue el primer año, la diferencia de costumbres; la peligrosidad de la ciudad, concretamente por la noche, donde tanto mis amigos como yo hemos sido atracados con armas varias veces; el hecho de que la noche cae todos los días a las seis y la ciudad se transforma en un sitio tenebroso y silencioso, sin gente. Otro factor es separarte de tu vida, de tu gente… Pero a pesar de que son las cosas más duras al principio, acabas por crear tu propia familia y tener nuevos amigos de todo el mundo».
De hecho, esta bilbaína ya reconoce Luanda como su ciudad de acogida. «Es mi segunda casa y me he amoldado tanto a su tipo de vida que ya no sé si seré capaz de entrar de nuevo en nuestra sociedad organizada. Realmente me enamoré del país y de su nivel de improvisación. Nada sale como estaba previsto. Por eso no existe la depresión, nadie tiene tiempo, el día a día y los pequeños problemas consumen toda tu energía», asegura.
En cuanto a cómo es su rutina diaria, Janire confiesa que «es muy buena. Reuniones, almuerzos y algunos desafíos. Levantarme, desayunar en el café enfrente de mi galería, ‘metting’ con el equipo y cenas en casa de amigos. Normalmente necesitas varias reuniones con los clientes para cerrar cualquier acuerdo… La rentabilidad del tiempo no es su fuerte. Y a cualquier lugar donde vas, necesitas un chófer, para no estar sola, para aparcar. Es una ciudad creada para aproximadamente un millón de personas y, actualmente, viven cerca de siete millones, así que es un auténtico caos frenético...».
Los contrastes también son habituales. «Declarada en 2017 la ciudad más cara del mundo, Luanda tiene rascacielos al más puro estilo de Nueva York y favelas donde se hacinan miles de personas en condiciones infrahumanas». Eso sí, Janire destaca «el positivismo y la energía en un país donde todo es complicado y donde cada día tienes que enfrentarte a mil y un desafíos para conseguir simplemente llegar a tu trabajo, tomar una ducha o comer, la alegría de la gente, la cautivadora sonrisa de los niños siempre alegres y contentos... ¡Este espíritu de superación es lo que más admiro!».
Sobre volver a Euskadi, Janire reconoce que «realmente lo pienso siempre. Espero que algún día consiga traer mi proyecto hasta casa...».
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