Ispaster, el municipio más sostenible

«Lo cierto es que hemos aumentado el confort, es energía limpia y encima no pagamos más, sino algo menos con la que está cayendo ahora con el recibo de la luz», aseguran. Las comunidades de vecinos del municipio también han comenzado a sumarse.

De momento, se ha adherido un bloque de seis pisos situado muy cerca de la red de tuberías por la que circula y se distribuye el agua que calienta las calefacciones. De esta manera, se han convertido en un pueblo que encabeza la transición ecológica de Euskadi.

Durante los últimos años se ha dotado de un sistema de energías renovables con la que cubre las necesidades térmicas de todos sus edificios públicos. En la lista se incluyen el Consistorio, más la casa de cultura, la ludoteca, el centro para personas mayores y el gimnasio, así como la guardería, el comedor escolar y el frontón. También figuran las instalaciones deportivas y dos bares municipales.

«El objetivo era buscar una solución que optimizase la gestión de energía en el municipio para dar servicio a diferentes puntos de consumo. Por ello, se optó por la distribución de calor basada en una propuesta de eficiencia y micro-red con biomasa y placas fotovoltaicas, y así realizar un aprovechamiento de la biomasa residual con gestión forestal sostenible», indican desde el Ayuntamiento.

Comparando el resultado con el sistema anterior se ha reducido la factura entre un 20 y 30% y la emisión de CO2 en un 92%. «Ispaster dispone de mil metros cuadrados de cubiertas aptas para instalaciones solares y tiene también la posibilidad de conseguir 1.200 toneladas al año de biomasa residual forestal para autoabastecernos», explican.

Con ese potencial, persigue que «toda la energía que necesitamos provengan de sus propios bosques y montes gracias a convenios públicos-privados», añaden. «De momento, la materia prima, los denominados pellets, procede de una empresa de Muxika», matizan. Desmenuzada, se emplea para alimentar las dos calderas, de 90 y 130 kw situados junto al frontón. El agua sale a una temperatura de unos 80 grados centígrados para repartirla hasta los puntos de consumo por una red de 650 metros lineales de tuberías que conforman un trazado similar al de un anillo.

«Este tipo de instalaciones tiene una larga tradición en Estados Unidos, en algunos países del norte y en el centro de Europa, como Dinamarca y Suecia, donde cubren la mitad de las necesidades por este medio», señalan. «Nuestro objetivo es ir rellenando el puzle con la incorporación de más comunidades de vecinos para favorecer así su ahorro económico unido al medio ambiental», recalcan.