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Hoy sale de cuentas e Ismene Mouzo, de Sondika, aguarda con toda la serenidad posible el nacimiento de la que será su primera hija, una niña que se llamará Sare, después de tener a Danel hace dos años. La dulce espera la vive en estos ... tiempos de coronavirus con más preocupación de la habitual. Su embarazo ha evolucionado sin sobresaltos aunque confinada en casa, ahora queda lo más difícil y ver cómo se desarrollará el parto en plena crisis sanitaria. Una semana más, ha compartido con EL CORREO sus fotos familiares y un vídeo en el que se la ve serena, a la expectativa y con ese brillo en los ojos y en el rostro tan propio de las mujeres en su estado. Una de las bendiciones del embarazo. La pena que Ismene no haya podido aprovechar esa luz más que entre cuatro paredes.
Pero lo ha hecho como una campeona. Se ha mantenido forzosamente encerrada salvo para acudir a las revisiones médicas. Hoy es la última. Si Sare no nace ya, la espera se alargará, como mucho, «hasta la semana 41 más 5. He calculado que el día 20», comenta la propia Ismene. Lo cierto es que el cuerpo empieza a avisarle. En los dos últimos días ha pasado por momentos de «contracciones irregulares, cada trece minutos, cada seis...». Está pendiente de si expulsa el tapón mucoso y «no me doy cuenta» y se pregunta si sucederá como con Danel, «cuando fui al hospital tras una fisura de la bolsa». Allí tuvo que pasar por «veintitantas horas» de parto hasta que Danel nació. Reza para que con Sare, dadas las circunstancias, «todo sea más rápido». Se visualiza ya «de noche, yendo por Rontegi a toda velocidad. ¿Habrá Policía?», se pregunta.
Ya ha comenzado a cambiar algo en casa. «Estamos más mustios. El martes a la noche llevamos a Danel a casa de mis padres cuando sucedió lo de las contracciones irregulares, ¡y le echo tanto de menos!». «Estábamos viendo la televisión, serían las nueve y media de la noche, y el niño estaba acostado. Sentí las contracciones y dolor, estuve así hora y media o dos. Jontxu y yo hablábamos un poquito alto, qué sé yo, y Danel se despertó. Vamos a llevarle adonde amama y aitite no vaya a ser que en mitad de la noche... 'A la calle, a la calle, amatxu, zapatos!', gritaba Danel la mar de contento cuando se lo dijimos. Jontxu cogió el coche y le llevó. Llegó como una pila y le costó dormirse. Allí tiene jardín, una colchoneta elástica y está contentísimo, pero yo debo de ser una madre muy protectora que no quiere despegarse de su hijo, porque le echo muchísimo de menos y ya he hablado con él cuatro veces desde anoche. Me entró un sentimiento de separación... Los que están entusiasmados son mi padre, mi madre y mi hermana«. Con Danel se fue también 'Killer', el perro de la familia, que pese al nombre, es «un buenazo».
La preocupación habitual de una madre gestante se suma hoy por hoy el miedo al contagio y las repercusiones que puede tener en su bebé. No es distinto para Ismene Mouzo, que recibe estos días muchas noticias de otras chicas que han dado a luz en tiempos del coronavirus. «Me cuentan de todo. Por ejemplo, una cosa que me ha llamado la atención. Una me decía que no hay habitaciones individuales, que están todas las chicas que dan a luz en una habitación colectiva y que no todo el personal que les atiende lleva mascarilla. Otra me ha contado que tiene una amiga en Madrid que ha dado a luz con la mascarilla puesta y que tuvo mucho agobio. ¡Qué incómodo tiene que ser! Yo que la llevo cada vez que voy a una revisión me resulta muy agobiante, porque no coges todo el aire que quieres. Pero a decir verdad, igual prefiero parir con la mascarilla puesta y evitar todo riesgo», concluye.
Los pensamientos se le aceleran por momentos. «¿Pero, y Sare? Tan delicadita y pequeñita, en una habitación llena de gente... Quiero que esto pase cuanto antes, que nazca y estemos pronto en casa y ver que pasa el tiempo y todo está bien, en su sitio, como debe estar», advierte. Ismene Mouzo espera «protegerla» con su leche. «Y si no con el biberón. A mí me han criado con biberón y aquí estoy. Pero me entra un instinto que quiero darle yo de mamar, ya me pasó con Danel». Ismene también tiene que hacerse cargo estos días de administrarse heparina, un medicamento que le han prescrito para evitar la formación de coágulos en los vasos sanguíneos, a lo que es propensa. «Es un anticoagulante que me inyecto a cuatro centímetros del ombligo. Depende de cómo metas la aguja hace un poquito de daño o no», explica.
El bebé necesita la circulación sanguínea tanto para recibir el oxígeno como para alimentarse y es vital mantener este asunto a raya. «Si estás en tratamiento con heparina y durante el parto se produce un hematoma epidural secundario a la punción, las secuelas pueden ser muy graves. Es por esto por lo que los anestesistas no te ponen la epidural si estás a tratamiento con heparina, y si lo hacen es en caso de que hayan pasado más de 12 horas de la última dosis y falten más de 6 horas hasta la siguiente», argumenta. Pongamos que, si Ismene se inyecta a las 9 de la noche, sólo le podrían poner la epidural si se pone de parto entre las 9 de mañana y las 3 de la tarde.
Cuenta también que se dedica a «andar por toda la casa como una loca» para ver si ayuda a que el parto se precipite. Y también se ha puesto a comer cosas picantes, «ahora que no está el niño». «Dicen también que el picante ayuda». Ahí están ella y Jon dándole a los jalapeños y «a esas guindillas pequeñitas rojas... la cayena!». Su marido ha descongelado unas pechugas, «para llevar, en lugar de que todo sea embutido». Una vez en Cruces, es Sare la que manda.
Para complicar aún más este controvertido embarazo, Ismene y Jon se mudarán dentro de poco. Tenían previsto firmar las escrituras el 30 de abril y arrancar las obras de actualización en su nueva vivienda, también en Sondika. «Pero también tendrá que esperar. Estamos pendientes de las notarías para poder escriturar, suponemos que la fecha cambiará. Además, la chica a la que le hemos comprado la casa nos ha comunicado, vía inmobiliaria, que la necesita hasta que se recupere la normalidad. Y el futuro inquilino que ocupará nuestra actual vivienda, en régimen de alquiler, también tendrá que esperar. Todo lo que haga polvo, picar, abrir paredes... queremos hacerlo antes de mudarnos, porque levanta polvo y les puede afectar a Sare y a Danel. Desde luego, me esperan unos días para enmarcar. Encerrada con un bebé y un niño pequeño, con una mudanza en ciernes y una obra que hacer». Y para más inri, «deseando comer sushi, que no he podido hacerlo estos meses para evitar el pescado crudo y para lo que también voy a tener que esperar porque está todo cerrado. Ay lo que me acuerdo de 'Sushi Artist'».
La familia hace cuentas. «Jon es autónomo, se dedica a la reparación de electrodomésticos y le van entrando trabajos. En cuanto tengamos que ir al hospital avisa a la empresa. Estos días está trabajando más o menos bien. Pero de lo que iba a facturar a lo que facturará habrá una diferencia notable. Pero lo ha hecho con cabeza, ha sido previsor antes de todo esto, todo hay que decirlo. Y se lo agradezco». El que va llevarse un pico en el entorno de Ismene es aquel que acierte el día que nazca Sare y se lleve la porra. «Hay una bolilla en la familia, otra en el trabajo... En la familia todavía pueden acertar mi aita, mi suegro y mi cuñada, el resto ya han fallado. Hoy mi jefa me ha dicho, tú aguanta hasta el día 13 que me la llevo yo». Son ratos de risas que a Ismene le hacen olvidar los momentos de incertidumbre y evitan que se deje llevar por la apatía. Sabe que tiene que acumular fuerzas.
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