leire pérez
Martes, 30 de noviembre 2021, 00:17
Hacía más de catorce años que los vecinos de los barrios de Urbi y Ariz, en Basauri, no sufrían inundaciones. Las obras de encauzamiento llevadas a cabo durante la última década por el Gobierno vasco, que han duplicado la capacidad hidráulica del río Nervión a ... su paso por la localidad, evitaron en la madrugada del lunes una desgracia, pero no el desconcierto de los residentes en la calle Fernando Barkin, que no esperaban ni de lejos que el cauce se desbordase. Algo así parecía cosa del pasado.
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Es lo que le sucedió a Félix Jiménez, vecino de Ariz, que no se podía imaginar lo que estaba por pasar cuando el domingo por la noche llegó de viaje. «Estaba cansado y me fui a la cama. Esta mañana cuando me he levantado he mirado por la ventana y he bajado corriendo a sacar el coche y la moto, pero ya nada. No me lo podía imaginar, hacía años que no salía el agua», lamentaba ayer. Txema Ruiz, vecino de Arrigorriaga, que tenía su moto en el mismo garaje. «Tenía mal el teléfono y no han podido contactar conmigo», reconoció al acercarse a ver su propiedad.
Lo cierto es que la intervención de los propios vecinos, que se avisaron entre ellos, de Protección Civil y la Policía Municipal, que advirtieron de madrugada de la que venía encima, evitó daños mayores. Sólo «media docena de vehículos», resultaron dañados, confirmaron portavoces municipales.
Aunque en la otra orilla, en Urbi, también hubo desperfectos en los garajes subterráneos, la peor parte se la llevaron una docena de lonjas que miran al río desde Ariz. Allí el agua alcanzó metro y medio de altura y accedió sin ningún miramiento hasta el interior. Arrasó todo lo que encontró a su paso. «No podemos hacer nada, todo el día perdido, está todo mojado. Habrá que ver si ahora se hace cargo el seguro», explicó Costel de Diu, un empresario rumano. Muchos de los inmuebles estaban ocupados por empresas de construcción y reformas que vieron perdido todo su material.
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A Juan, un basauritarra afincado en el barrio desde hace años, le dio tiempo a sacar el vehículo el domingo por la noche, pero las bicicletas y los trajes de ciclismo se las llevó el río cauce abajo. «He salvado la persiana porque la dejé abierta para que entrase el agua y todo lo que tenía lo subí a la parte de arriba de la lonja. A todas las personas que las dejaron cerradas se les ha reventado por la fuerza que llevaba la corriente», comentaba ayer. «Desde que dragaron el río no había sucedido nada y muchos nos hemos confiado, pensábamos que esto no iba a volver a pasar», añadió..
Jon Martín también se acercó con su padre a limpiar su local. En su caso, pudo sacar los vehículos, pero poco más. «Por si acaso, como vimos que el agua iba subiendo, sacamos los vehículos por la tarde. Y menos mal, porque para la hora a la que avisaron anoche ya estaba el agua encima. No nos dio tiempo a sacar nada más», lamentó.
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