26 de agosto de 1983: el día en el que Euskadi se sumergió bajo el agua
Bizkaia se llevó la peor parte, pero hasta 105 municipios vascos fueron declarados 'zona catastrófica' tras la tremenda riada de la que ahora se conmemoran 40 años
El 26 de agosto de 1983 llevaba ya una semana lloviendo en la cornisa cantábrica, pero lo peor estaba aún por llegar.
En 24 horas a partir de las nueve de la mañana de aquel día de agosto, la estación meteorológica de Larraskitu llegó a contabilizar una lluvia acumulada de 506 litros por metro cuadrado. Esta cifra marcó un récord de precipitaciones que aún no se ha superado. La mitad norte del País Vasco se vería afectada en diferente medida por esta tromba de agua sin precedentes.
El curso del río Nervión, sin embargo, será el escenario de la catástrofe.
El desastre se cebó con Bizkaia, pero se produjeron inundaciones desde Cantabria hasta Navarra. En Euskadi, la mayoría del territorio se vio afectado, hasta el extremo de que 105 municipios vascos fueron declarados “zona catastrófica” en una orden ministerial del 5 de septiembre de ese mismo año para intentar paliar los daños causados por la riada.
Orden ministerial de 5 de septiembre de 1983. BOE 15 de septiembre de 1983
Los daños fueron cuantiosos: más de 200.000 millones de las antiguas pesetas, unos 1.200 millones de euros.
Pero la tragedia humana fue mayor: cinco personas desaparecieron y 34 perdieron la vida en los distintos municipios afectados.
Personas fallecidas en cada localidad. Gonzalo de las Heras
¿Qué ocurrió?
Tres trombas diferentes cayeron en poco más de 24 horas. La primera de ellas alcanzó a Gipuzkoa. Una estación del interior de ese territorio desató todas las alarmas: contabilizó 105 litros caídos en apenas una hora y el río Oria se desbordó.
No es habitual que las tormentas desembarquen en Euskadi por el este, pero los meteorólogos saben que las tormentas procedentes de esa dirección son las más peligrosas porque se trata de masas de aire muy frías procedentes del Mediterráneo y están cargadas con mucha más agua. Es un fenómeno tradicionalmente denominado ‘gota fría’, que ahora se conoce como DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos).
Las dos trombas posteriores afectarían principalmente a Bizkaia. A lo largo de 24 horas, se llegó a registrar una media de 250 litros por metro cuadrado en gran parte del territorio histórico.
Llodio
Las dos riadas
El cauce del río Nervión no fue capaz de absorber tanta cantidad de agua y se desbordó a partir de Llodio.
Al igual que en Bilbao, en Llodio también estaban en fiestas. Eran vísperas del Día de las Morcillas, una de las jornadas festivas más populares en la localidad alavesa. A las cuatro de la tarde, una lluvia con una intensidad sin precedentes sorprendió a los vecinos.
Una hora después, los afluentes que desembocan en el Nervión desde las montañas cercanas comenzaron a desbordarse. El cauce inundó el mercado y los comerciantes, atrapados por el agua, tuvieron que correr a refugiarse en el Ayuntamiento.
Al caer el sol, los transformadores que suministraban la corriente eléctrica a la localidad dejaron de funcionar. Las líneas telefónicas también quedaro inutilizadas. Llodio quedó aislado mientras el nivel del agua subía metro a metro.
Las escenas de pánico comenzaron a ser habituales. En el bar Sokoa, por ejemplo, los clientes que habían quedado atrapados en el interior intentaron en un primer momento salvar los muebles más valiosos colocándolos encima de la barra del establecimiento. Poco después, quienes corrían peligro eran ellos. La fuerza del torrente que bajaba por la carretera cercana les atrapó en el interior del local y amenazaba con sepultarlos bajo la riada.
Consiguieron salvarse, casi milagrosamente, porque el vecino del piso de arriba consiguió abrir de forma desesperada un agujero en el suelo de su casa con un hacha. Gracias a esa improvisada salida pudieron huir del local y refugiarse a mayor altura.
Recreación del desbordamiento a la altura del puente de Kurajo. Gonzalo de las Heras
El drama mortal aguardaba al día siguiente. Cuatro guardias civiles y una joven pasajera que volvían de un intento de rescate en un todoterreno del instituto armado fueron arrastrados por la corriente. El accidente mortal se produjo el sábado. Ese día la crecida fue mayor, en especial, a partir de la madrugada, cuando regresaron las lluvias torrenciales. El caudal del Nervión alcanzó su cota máxima a las siete de la mañana.
Además de los cinco ocupantes del coche, moriría otro vecino de la zona arrastrado por las aguas del arroyo San Juan. Su cuerpo se localizaría diecisiete días después en el bilbaíno barrio de La Peña. La corriente le había arrastrado 18 kilómetros.
Arrigorriaga
Las escuelas se derrumban
La secuencia de las dos crecidas consecutivas en el río Nervión se repetiría a lo largo de su curso, camino de la capital vizcaína. Al paso por Arrigorriaga se lleva por delante todo lo que está en su orilla. Las escuelas no son capaces de resistir la fuerza del agua y se derrumban.
Estado de las escuelas de Arrigorriaga tras las inundaciones
Paradójicamente, una vez pasados los primeros momentos de angustia, el problema va a ser conseguir agua potable, pues todas las conducciones y depósitos quedaron inservibles. No soportaron las dimensiones de la avenida de agua.
Galdakao y Basauri
Fábricas convertidas en ratoneras
No solo el cauce del Nervión amenazaba el territorio. El Ibaizabal, al que se incorporan las aguas furiosas del Arratia, también arrasó todo a su paso.
Antes de cebarse con el Casco Viejo de Bilbao, el Nervión y el Ibaizabal anegaron las fábricas que se encontraban en sus orillas. La industria de Basauri se vio especialmente afectada en un tramo de varios kilómetros que se extiende hasta La Peña, ya en la capital vizcaína.
En su avance, la riada iba convirtiendo algunas fábricas en auténticas ratoneras. Los responsables de estas empresas y algunos voluntarios acudieron a estos edificios para elevar algunos de los enseres, en la creencia de que se encontraban con una de las inundaciones que, aunque recurrentes de esa ribera, solían provocar tan solo daños menores.
Creían que, como en otros casos, con elevar los objetos más delicados 30 centímetros del suelo sería suficiente. Sin embargo, se encontraron con una panorama totalmente distinto. En poco tiempo, el agua les llegaba hasta las rodillas y se dieron cuenta de que estaban atrapados. Su única vía de escape consistiría en trepar a las oficinas situadas en la segunda planta. Pero ni siquiera eso fue suficiente. En lugares como las fábricas de La Peña tuvieron que subir hasta los tejados y encender antorchas para pedir ayuda.
Recreación del desbordamiento a la altura del puente de Soloarte. Gonzalo de las Heras.
Los rescates se tuvieron que realizar en situaciones límite. Una mujer de parto en Basauri pudo ser trasladada al hospital gracias a un helicóptero de la Policía Nacional. Otro parto, planificado en Bilbao, acabó teniendo lugar en la maternidad de Eibar. Hubo que esperar al amanecer para poder ver algo en el paritorio, pues también se había ido la luz.
En algunos lugares, los rescates se llevaron a cabo con tanquetas policiales, uno de los pocos vehículos capaces de moverse sobre el impracticable terreno que las riadas habían dejado tras de sí.
Bilbao
La ría se lo lleva todo
En Bilbao el drama también llegó en dos fases. A media tarde del viernes, en la capital se intuía la crecida inminente pero era difícil prever la magnitud de la tragedia. Es verdad que estaba siendo una Aste Nagusia pasada por agua, pero eso era algo habitual.
Lo que sí resultó excepcional fue la cancelación de la 'sokamuturra', que no pudo celebrarse porque los camiones que debían transportar los animales no pudieron avanzar más allá de la localidad guipuzcoana de Deba. La tromba inicial había provocado ya los primeros cortes en las carreteras.
Una de las medidas que se adoptaron consistió en desalojar el recinto festivo. Llovía a mares y el agua seguía subiendo. Además, a las siete de la tarde tocaba la pleamar y, como en gran medida la altura de la ría en Bilbao viene determinada por las mareas, la preocupación era cada vez mayor. Y había razones para ello. De hecho, por la tarde la ría se desbordó en toda la ciudad.
Zona de Txosnas completamente inundada
Las imágenes eran dantescas: en el Casco Viejo, el lodazal arrastraba todo tipo de escombros: ramas, botes, incluso coches que flotaban a la deriva.
Para acentuar la sensación de catástrofe, las radios dejaron de emitir y el fluido eléctrico también se vio interrumpido. Las comunicaciones eran tan difíciles que a la capital vizcaína llegaron rumores de que Bermeo había desaparecido del mapa. Para comprobarlo fue necesario ir en barco ya que llegar al pueblo costero por carretera era imposible. Una vez allí se descubrió que el aluvión había dejado a la villa sin su histórico casino aunque, afortunadamente, el pueblo seguía en pie.
El barco 'Consulado' hundido
El barco ‘Consulado’, símbolo de Bilbao permanentemente atracado en la ría, fue arrastrado por la corriente. Se temía que se llevara por delante el puente de Deusto, cuyo mecanismo levadizo estaba inutilizado, pero terminó por hundirse tras ir a la deriva colisionando contra una y otra orilla.
Recreación del desbordamiento a la altura del puente de San Antón. Gonzalo de las Heras
Cabe recordar que la tragedia tuvo lugar durante la Aste Nagusia y afectó a todo el recinto festivo. De hecho, la txosna de ‘Txomin Barullo’ apareció flotando en el puerto del Abra días más tarde. Pero también otros barrios se vieron afectados. Río arriba los puentes de Bolueta y La Ribera habían desaparecido y edificios enteros se vinieron abajo en Peñascal o La Peña. Barrios como Rekalde también sufrieron los terribles efectos de las inundaciones.
El barrio de Rekalde inundado durante la riada de 1983
Cuando bajó el agua, en el Casco Viejo de Bilbao quedaron unos 80 centímetros de lodo que hubo que retirar, siempre con el miedo de que entre los restos apareciera algún cuerpo.
Las inundaciones de 1983 marcaron para siempre Bilbao y a sus gentes.
Sin embargo, y pese a la tragedia, los destrozos y las pérdidas, las riadas también supusieron el inicio de una reconversión forzada que ha convertido a la Villa en un modelo de transformación urbana.
CRÉDITOS
TEXTOS: Gonzalo de las Heras, Óscar Beltrán de Otálora y Anartz Madariaga.
DISEÑO Y DESARROLLO WEB: Anartz Madariaga y Gonzalo de las Heras.
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