Duelo electoral de catedrales

El improvisado duelo de catedrales volvió a ser un calvario para la candidata de extrema derecha. Como ocurrió la víspera en Bretaña, en Reims fue recibida de nuevo con lanzamiento de huevos y gritos de rechazo. «F como facha, N como nazi» y «Devuelve el dinero», le gritaron cerca de 300 simpatizantes de Francia Insumisa, ¡En Marcha! y el Partido Socialista.

Defensora de las raíces cristianas de Francia frente al auge de la religión musulmana, segunda del país, Le Pen decidió desplazarse a la simbólica catedral de Reims, donde se solemnizaban las consagraciones de los reyes, carolingios y luego capetos. Una treintena de monarcas fueron ungidos con los santos óleos entre las centenarias paredes y vidrieras de esa obra cumbre del arte gótico, declarada patrimonio mundial de la Humanidad por la Unesco.

El carácter secreto de la visita fue desvelado poco antes por el alcalde conservador de la ciudad, Arnauld Robinet. En un tuit resaltó también su dimensión de símbolo de la reconciliación franco-alemana escenificada en su día por De Gaulle y Adenauer y luego por Mitterrand y Kohl. En respuesta a la hostil acogida, el soberanista Nicolas Dupont-Aignan, que acompañó a Le Pen, denunció «las manifestaciones deplorables de izquierdistas que no respetan la democracia ni la historia de Francia».

Sin incidentes se desarrolló la visita de Macron a la catedral de Rodez. Su guía le dedicó un libro sobre el templo en el que anotó una cita de Saint-Exupéry: «Quien lleva en el corazón una catedral a construir es ya vencedor». ¿Premonitoria?