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óscar b. de otálora
Jueves, 28 de julio 2016, 19:38
Adel Kermiche, el islamista de 19 años que junto con un cómplice protagonizó el degollamiento del sacerdote Jacques Hamel en Normandía el pasado martes, era un joven obsesionado con aparecer como el más violento de sus amigos; con que se le viera como un yihadista ... comprometido y que deseaba satisfacer su vanidad enfermiza difundiendo las imágenes de su crimen en las redes sociales. Según su cuenta de Telegram, difundida por L'Express, Kermiche ya tenía previsto cometer el crimen del templo de Saint-Etienne-du-Rouvray desde hacía tiempo. «Coges un cuchillo, vas a una iglesia y haces una carnicería. ¡Bim! Cortas dos o tres cabezas y está bien. Se acabó», dictó Kermiche a su cuenta de audio de Telegram.
En 2015, el yihadista ya había intentado en dos ocasiones viajar a Siria para incorporarse al Estado Islámico pero fue interceptado en la frontera. Según ha transcendido, su radicalización se produjo en tan solo tres meses después de haber visto las noticias sobre la matanza de Charlie Hebdo, en enero de ese año, acción que deseaba imitar. El perfil del criminal que se adivina en sus mensajes es el de un postadolescente acomplejado, que deseaba mostrase como el más fiero de su entorno y, en su búsqueda de figuras autoritarias en las que reflejarse, veneraba a un líder religioso que había conocido en la prisión de Fleury Mérogis durante el tiempo que estuvo encerrado por sus contactos con el EI. Según la revista francesa, Kermiche dejaba en sus grabaciones charlas de hasta siete minutos que terminaban con declaraciones misóginas y homófobas.
En esa búsqueda de reconocimiento, el asesino revela su deseo de que sus acciones se divulguen en las redes así como sus fantasías con liderar grupos terroristas en Francia. En este delirio llega a posar ante el espejo de su casa disfrazado de miembro del Estado Islámico con el fin de hacerse un 'selfie'. «Algunos hermanos se sentirán ridiculizados de su islamismo de sofá cuando les demuestre lo que es un verdadero yihadista», llega a escribir.
En este sentido, en los días previos al asesinato del sacerdote, Kermiche escribió: «Os avisaré antes de hacerlo. Tres o cuatro minutos antes y cuando la cosa llegue, será necesario compartirlo en directo». El terrorista advierte a sus compañeros en Telegram de que dispondrán de «una imagen o un vídeo» y les dice que serán «recompensados» por ello. Aunque ya había hablado de la posibilidad de cometer matanzas en iglesias, en ningún momento explica nada concreto sobre la acción que iba a cometer. Se había limitado a avanzar que pensaba cometer «algo gordo».
Difusión del vídeo
El día del asesinato, Kermiche envió un mensaje a sus amigos en el que les urgía a «compartir lo que va a seguir». Esta frase se escribió a las ocho y media de la mañana. A las diez menos cuarto, minutos antes de entrar en el centro de culto, se conectó a Telegram, pero no llegó a dejar nada en su cuenta. Ya no volvería a utilizarla. Según las fuentes policiales francesas, la actuación de las unidades de intervención, que le abatió de varios disparos, impidió que difundiera el vídeo con la muerte del sacerdote que ya había grabado, aunque extremo está pendiente de confirmación. Él y su cómplice si que llegaron a enviar una grabación a algún contacto del Estado Islámico en el que juraban lealtad a estos yihadistas.
En sus mensajes, por otra parte, el islamista anima a sus amigos a «cometer cualquier locura» y les asegura que es muy fácil conseguir armas de fuego en cualquier barrio de Francia -aunque él no disponía de ninguna-. En otro momento, cuando le preguntan si es mejor «irse a Siria o cometer atentados» en Francia, él no duda en decir que deben atentar en Francia. «Es mejor atacar aquí», escribe el futuro asesino.
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