De terroristas de la Baader Meinhof a ladrones de supermercados

Los terroristas que están siendo investigados por su presunta implicación en el asalto a centros comerciales son Ernst-Volker Staub, de 57 años; Daniela Klette, de 56, y Burkhard Garweg, de 46, componentes de la denominada 'tercera generación' de la Baader Meinhof y convertidos ya en unos irreductibles. Su rastro había aparecido en junio del año pasado en el asalto a un centro comercial de Bremen, en el que se localizaron restos de ADN de uno de los terroristas en uno de los coches usados en la fuga. En octubre, en un nuevo robo perpetrado en la ciudad de Nortehim, los asaltantes utilizaron un automóvil que había comprado Ernst-Volker Staub y que apareció calcinado en un bosque cercano. La Fiscalía está investigando ahora si al menos en media docena más de atracos.

Que este grupo se dedicaba a la delincuencia no ha sido una sorpresa para las autoridades alemanas. En 1999, un año después de que la Baader Meinhof anunciase en un comunicado oficial que abandonaban la guerrilla urbana, estos tres clandestinos ya protagonizaron el asalto a un furgón blindado en Duisburgo, en el que se apoderaron de un millón de marcos. Aunque por un tiempo se llegó a pensar que el dinero podría estar destinado a que un grupo disidente de la banda volviera al terrorismo, la ausencia de atentados reivindicados en su nombre convenció a las fuerzas de seguridad de que se trataba de operaciones de subsistencia.

La Fracción del Ejército Rojo fue un sangriento protagonista de los años 70 y 80 en Alemania, según se ha sabido con el paso del tiempo, gracias al apoyo de la Stasi que les daba cobertura desde el otro del Muro. Como muchos otros grupos terroristas, se trata de células que tuvieron su momento de auge en la Guerra Fría. La mitología de las revoluciónes cubana y china, así como la derrota de Estados Unidos en Vietnam, alimentó una épica de la que fueron partícipes desde ETA a las Brigadas Rojas, el Ejército Rojo japonés y los franceses de Acción Directa.

«Otoño alemán»

Los dos líderes claves de esta banda fueron Andreas Baader y la periodista Ulrike Meinhof, cuyos apellidos servirían con el tiempo para dar nombre al grupo. Su primera acción tuvo lugar en 1970 y consistió en la liberación de Baader, que se encontraba encarcelado por el incendio de unos grandes almacenes. A partir de ese momento, los terroristas iniciaron una escalada terrorista en la que llegaron a poner en jaque a la propia estabilidad de Alemania, que comenzaba a recuperarse de las heridas de la Segunda Guerra Mundial y se enfrentaba a la división del país tras el levantamiento del Muro de Berlín. Entre los muchos atentados que protagonizó este grupo se encuentra el del Fiscal General del Estado, Siegfried Buback; el presidente de la multinacional Siemens, Karel Heinz Beckurts, y el de Detlev Karsten Rohwedder, el encargado de la transición económica en la reunificación alemana. También fue responsable de la muerte de jefes policiales y soldados estadounidenses estacionados en las bases de la OTAN en suelo alemán.

El momento más oscuro de la Baader Meinhof se produjo entre septiembre y octubre de 1977, un momento histórico conocido como el 'Otoño alemán'. Los terroristas secuestraron al presidente de la patronal alemana, Hanns Martin Schelyer, y pusieron como condición para liberarle que se excarcelase a una serie de presos. De forma paralela, el Frente para la Liberación de Palestina -con vínculos con los terroristas alemanes- secuestró un avión de Lufthansa que unía Palma de Mallorca con Francfort para apoyar las reivindicaciones de sus socios germanos. El entonces presidente, el socialdemócrata Helmut Schmidt, fue tajante al asegurar que jamás negociaría con terroristas.

El desenlace de estas escalada violenta nunca ha estado claro. Las fuerzas especiales alemanas asaltaron el avión en Mogadiscio (Somalia), su última parada, y acabaron con la vida de todos los terroristas. Unos días más tardes, los principales miembros de la Baader Meinhof aparecieron muertos en la prisión de alta seguridad en la que cumplían condena. La versión oficial es que se suicidaron, aunque hay numerosas voces que ponen en duda esta afirmación. Los internos, por ejemplo, se quitaron la vida con disparos en la cabeza, sin que haya quedado claro cómo entraron las armas en una prisión con una vigilancia extrema. Tras la noticia de estas muertes, los terroristas asesinaron al presidente de la patronal alemana.

La Baader Meinhof inició a partir de ese momento un lento declinar, en el que se llegaron a realizar gestos por parte del Gobierno alemán para conseguir que renunciase de forma definitiva a la violencia a cambio de beneficios penitenciarios para sus miembros. Estas gestiones permitieron El 20 de abril de 1998 la Fracción del Ejército Rojo anunciara su disolución. Para entonces, la mayoría de sus miembros se encontraba en prisión y tan solo algunos miembros continuaban en una clandestinidad cada vez más desesperada. Entre ellos, los terroristas que se han reconvertido en ladrones de supermercados.